… ¡¡¡comprar libros en línea sin tener puestos los anteojos!!! ¿Quién me tiene jugando de carajillo?

Sucedió hace pocos días.

Entré en la página de la Librería Francesa en Facebook en busca de algunos títulos que me hicieran un guiño para que los comprara.

Debí haberlo hecho en la computadora o en la tableta, pero -lo confieso- lo hice en la pequeña pantalla del teléfono celular.

Fue así como en determinado momento me pareció ver la palabra Faroles en la portada de una de las obras, lo cual me llamó la atención, por lo que decidí adquirir esa publicación.

Horas más tarde, cuando el pedido llegó a casa, descubrí, ya con los anteojos en donde debían estar, que se trataba más bien del término francés Paroles (Palabras).

De inmediato abrí ese libro del escritor Jacques Prévert (1900-1977) y vi que se trataba de un poemario.

Y en la página 201 encontré un verso titulado “Dimanche” (Domingo):

Entre les rangées d’arbres de l’avenue des Gobelins

Une statue en marbre me prend par la main

Aujourd’hui c’est dimanche, les cinémas sont pleins

Les oiseaux dans les branches regardent les humains

Et la statue m’embrasse mais personne ne nous voit

Sauf un garçon aveugle qui nous fait remarquer.

Lo confieso: ¡No entendí ni papa! No hablo francés.

Sin embargo, no me quedé con la duda. Eché mano a un traductor digital y este fue el resultado:

Entre las hileras de árboles de la avenida des Gobelins

Una estatua de mármol me lleva de la mano

Hoy es domingo, los cines están llenos

Los pájaros desde las ramas miran a las personas

Y la estatua me besa pero nadie nos ve

Salvo un niño ciego que nos señala.

Me cautivaron las imágenes. Sentí que era yo quien, cansado de varios meses de confinamiento, caminaba entre los árboles del parque España de la mano de la escultura la Comedia, ubicada en el vestíbulo del Teatro Nacional.

Esa mujer de mármol también me besó, justo cuando caminábamos al costado este del Edificio Metálico.

Del beso solo se percató un ciego que suele caminar por el centro de San José. “Ayyyyy, se gustan”, nos dijo. La Comedia se sonrojó y yo reí a carcajadas, no por las palabras del ciego sino por haber recordado que compré un libro del que no entiendo ni papa… como hablar con una escultura.

JDGM