Lo que más disfruto de la pluma de Gay Talese, periodista y escritor estadounidense de origen italiano, es el hecho de saber que la inmensa mayoría de sus textos -salvo las novelas de ficción, como El motel del voyeur– han sido escritos por un testigo presencial de los hechos.

Esa ha sido la tónica desde que este hombre de 91 años se convirtió en un autor activo a partir de 1961.

Talese no se conforma con relatar lo que le contaron (un mal hábito muy presente en el periodismo actual, en donde hay reporteros -afortunadamente, no todos- que abusan de la información que obtienen por correos electrónicos, WhatsApp, redes sociales y la televisión); él está presente, observa con atención, constata.

Dicho con otras palabras, al escritor de Honrarás a tu padre, Los hijos y El silencio del héroe, entre otros libros, no le dan “atolillo con el dedo” con versiones o interpretaciones de terceros.

El compromiso ético de este periodista, en relación con los hechos, queda patente en su obra autobiográfica Vida de un escritor, en donde narra episodios políticos, deportivos, religiosos, sociales, sexuales y culturales en los que deja patente su desprecio por la “narración simplista” y la “pereza periodística”.

Allí, en esas páginas, se encuentran John Wayne Bobbitt y su esposa, Lorena Bobbitt, celebridades mediáticas por el hecho de que ella le cortó el pene a él el 23 de junio de 1993.​

Sin duda alguna, un reportero todoterreno capaz de rastrear a excéntricos personajes de Nueva York y a temibles clanes de la mafia italoamericana. Un sabueso que encarna a la perfección lo que me dijo una vez una querida periodista chilena, Ruth Merino: “A la hora de escribir, no hay nada más original que los hechos reales”.

Uno de los episodios centrales en ese libro es la cobertura presencial que Talese le dio a muchas de las manifestaciones y protestas que formaron parte del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

Se trata de los hechos que sacudieron a esa nación a partir del 1º de diciembre de 1955, cuando Rosa Louise McCauley Parks, afroamericana, se subió a un bus y no se sentó en uno de los asientos traseros reservados para los afroamericanos, sino que ocupó uno de las primeras filas, exclusivos para personas blancas.

Ese hecho, ocurrido en Montgomery, Alabama, es reconocido como el detonante de aquella violenta agitación social, pero ya existían otros precedentes de rebelión contra leyes que respaldaban la discriminación racial.

Da gusto leer esas páginas redactadas por alguien a quien no le contaron, sino que vio con sus propios ojos.

“Sentía que ahora era más un observador que un reportero”, dice Talese en la página 426 de la edición que tengo en casa (de la editorial española Punto de Lectura, 601 páginas).

Tuve la dicha de conocer ese libro el 8 de enero del 2015, en el Café del Teatro Nacional. Me lo regaló el escritor costarricense Carlos Cortés. Luego me sumergí en otras publicaciones de Talese; entre ellas Retratos y encuentros y La mujer de tu prójimo; sin embargo, uno de mis favoritos es El puente, que leí en abril del 2018.

En esa crónica de 206 páginas (editorial Alfaguara) Talese relata, con lujo de detalles los pormenores de la construcción del puente Verrazano-Narrows, una obra de 4.176 metros que une a Brooklyn y Staten Island. Los protagonistas de este texto son los trabajadores que hicieron posible esa obra de la ingeniería concluida a finales de 1964.

Una vez más, Talese estuvo allí. Este libro me recuerda la maravillosa crónica periodística El puente de Brooklyn, publicada por el poeta y político cubano José Martí en 1883; otro caso de un reportero que observaba cara a cara.

“Soy un meticuloso exponente de la no ficción, un reportero escritor que no quiere cambiar nombres, que evita usar personajes amalgamados en sus textos y que hace todos los esfuerzos posibles por atenerse a los hechos precisos”, explica Talese en la página 520 de Vida de un escritor.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote