José, es decir, yo, abre el libro, Hozuki, la librería de Mitsuko, y se enfoca en la lectura; David, también yo, aparenta leer, pero está distraído.

–Esta novela fue escrita por Aki Shimazaki, canadiense de origen japonés -dice José.
–Sabroso el café, ¿verdad? La chica que lo hizo lo dejó en su punto -manifiesta David.
–Nació en Gifú, Japón, en 1954, pero vive en Canadá desde 1981, hace cuarenta años -expresa el David que empieza con jota.
–Y el queque ni qué decir. ¡Riquísimo! -comenta el José que comienza con de.
— Ha vivido en Vancouver y Toronto, pero ahora reside en Montreal -agrega el yo de cuatro letras.
–¿Qué tal si pedimos otro skinny vanilla latte? -pregunta el yo de cinco letras.
–Desde 1991 escribe sus novelas en francés.
–Vea qué fila más larga.

José se sumerge en la poza de las palabras, David flota en la superficie del entorno.

–¡Cuánta gente con el gorro de San Nicolás!
–Ha ganado varios reconocimientos literarios; entre ellos, el Premio Gobernador General de ficción francesa, en el 2005.
–Ojo ese coche: el bebé arriba y el perro abajo.
–Sus libros han sido traducidos al inglés, japonés, alemán, húngaro y ruso.
–Huele a churros.
–Bonita esta edición de Nórdica Libros.
–Se resbaló aquel señor, casi se cae.
–La verdad es que todo lo que publica esa firma es de lujo.

David está en el mall Plaza Lincoln, ubicado en San Vicente de Moravia; José se encuentra en el Japón de la historia literaria.

–El relato gira en torno a una librería de textos usados.
–¿Hasta qué hora estará abierta la Librería Internacional?
–Un local que se especializa en obras filosóficas.
–¿Te acordás de Agnes, la profesora de filosofía que tuvimos en décimo año?
–Allí trabaja de día.
–Ojalá el empleo se reactive con fuerza.
–La acompaña su hijo Tarô, sordomudo.
–No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Uno lee el libro; el otro, el ambiente alrededor.

–¿Hoy se juega algún partido de fútbol?
–Mitsuko trabaja por las noches en un bar.
–Qué cortos son los campeonatos ahora.
–Ese doble ingreso le permite tener independencia económica.
–Me gustaban más los torneos que duraban un año.
–Además, en el bar se entretiene conversando con la clientela intelectual que frecuenta ese lugar.
–Ahora los campeonatos son desechables.
–Conoce a una mujer distinguida, un encuentro que tendrá consecuencias para su vida…

JD. Así me llamaba mi padre.

–Es una novela que explora la naturaleza del amor materno.
–Podríamos comer en Subway.
–Aki Shimazaki cuestiona la fibra y la fuerza de los lazos madre-hijo.
–Creo que hoy dan el Show de Graham Norton.
–Elegante la prosa de esta escritora.
–¡Tengo unas ganas de ir a pescar!
–Me alegro cada vez que un libro bello cae en mis manos.
–Está fría la noche.

José, es decir, yo, abre el libro, Hozuki, la librería de Mitsuko, y se enfoca en la lectura; David, también yo, aparenta leer, pero está distraído.

Sucedió el miércoles pasado, en la tienda de Starbucks que más frecuento. Estaba allí, leyendo, y mi colega y amigo Diego Bosque, a quien no vi llegar, me tomó una foto sin que diera cuenta; llegué a casa y no sé qué me dio por duplicar la imagen en un solo rectángulo.

Fue así como José David se transformó en José y en David. ¡Locuras de la imaginación! ¡Ganas de jugar!

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote