Dicen las sirenas, y me parece que tienen razón, que ya es hora de que el mundo les conceda el derecho de respuesta que se les ha negado a lo largo de dieciséis siglos.

Se refieren estas ninfas marinas a los más de 1.700 años que han transcurrido desde que fue compuesto el poema épico griego, Odisea, en el cual se las presenta como criaturas que atraen con su dulce canto a los navegantes para luego conducirlos hacia la muerte.

“Se nos ha señalado como seres malignos y asesinos, sin que se nos haya permitido defendernos”, dice una que tiene busto de mujer y cuerpo de ave.

“¿Y quién se ha interesado o preocupado por conocer la otra cara de la moneda, la otra versión?”, pregunta una con cuerpo de pez.

De acuerdo con la historia de Homero, aedo ciego de la antigua Grecia, Odiseo (nombre en griego; Ulises, en latín) acató el consejo de la hechicera Circe: ordenó a sus hombres taparse los oídos con cera y atarlo a él al mástil en aras de no sucumbir a la tentación de aquellas voces.

Sostienen las sirenas que nunca antes habían sido testigos de mayor acto de cinismo e hipocresía.

“Odiseo, un astuto y frío asesino que aún tenía las manos manchadas con la sangre de miles de troyanos -entre ellos, mujeres, ancianos y niños inocentes-, extremando medidas y precauciones para no convertirse en víctima mortal de nuestros cantos”, se queja una de esas ninfas.

“Es cierto. Sobran evidencias de los crímenes cometidos u ordenados por el rey de Ítaca, pero ¿cuáles son las pruebas en contra nuestra? ¿Queremos conocer los casos concretos? ¿Se atreve alguien a asegurar que fuimos procesadas y condenadas ante alguna corte de justicia?”, cuestiona otra de ellas.

Otra de las inquilinas del canto XII de la Odisea va más allá: “¡Se ha pisoteado también, y a lo largo de tantas centurias, la fama del cíclope Polifemo, del monstruo Caribdis, la ninfa Escila y el dios Poseidón! Todo ello sustentado única y exclusivamente en la versión de un poeta invidente. En tanto que los homicidios del esposo de Penélope son divulgados como actos heróicos”.

Dicen esas criaturas mitológicas que ya es hora de bajar a Odiseo del pedestal de absurda admiración en el que ha permanecido durante dieciséis siglos y ponerlo al mismo nivel de grandes desalmados de la historia de la Humanidad, y, al mismo tiempo, desagraviarlas públicamente a ellas.

Y bueno, ya que estamos en esto, me parece a mí que también sería justo hacer lo mismo con Eva, la compañera de Adán. Borrar de una vez por todas el hábito de hablar de ella como la primera persona que cedió a la tentación, hizo caer a su pareja y le abrió las puertas del mundo al pecado, la condena y el sufrimiento…

… ahhhhhh, pero Moisés, Josué, Sansón y David son paladines, hombres ejemplares, a pesar de toda la sangre inocente que derramaron.

Dicen las sirenas, y me parece que tienen razón…

¿Qué opina usted?

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote