Me enamoré de un perro literario
El nombre fue lo primero que me gustó de ese perro que habita en un libro: Seisymedia. En serio, así se llama.
Lo conocí hace pocos días, en la página 75 de la novela Lecciones de química, de la escritora estadounidense Bonnie Garmus y publicada por la editorial española Salamandra.
Al día de hoy he caminado 101 páginas con ese amigo al que su dueña, la científica Elizabeth Zott, protagonista de esta historia, adoptó en cuanto se topó con él al salir de una tienda de embutidos.
“… un perro hediondo y sarnoso, oculto entre las sombras del callejón”, dice el relato en el segundo párrafo del capítulo 7.
Calvin, compañero de Elizabeth, la ve regresar a casa en compañía del perro y le pregunta: “¿Quién es ese amigo que traes?” De inmediato, ella le echó un vistazo al reloj y respondió: “Seisymedia”.
A partir de ese instante, ese animal “alto, gris, enjuto de carnes y con el pelaje tan pinchudo que parecía haber sobrevivido por los pelos a una electrocución” se convierte en un importante personaje de la trama.
Seisymedia adquiere mayor relevancia cuando Elizabeth queda viuda luego de que Calvin muriera tras ser atropellado por una patrulla de la policía. Esto sucede en 1955.
El centro de esta novela no es la relación entre el perro y su dueña, pero el mágico vínculo persona-animal (lo describo así porque sé de qué habló: tengo un perro llamado Gofio) se convierte en un hilo que no cesa de amarrar los diversos episodios de este libro cuya lectura estoy disfrutando en grande.
Otro día me referiré al tema central de Lecciones de química, pero por ahora me enfocaré en Seisymedia.
De manera resumida, les cuento que se trata de un animal muy inteligente, a pesar de que fracasó en la tarea para la cual fue entrenado por la policía: detectar bombas. El adiestrador, enojado por los pésimos resultados, lo abandonó en una autopista.
Sin embargo, el cariño recibido lo transformó. Al lado de su dueña es capaz de aprender palabras que conoce en libros infantiles de gran formato. En la página 168 lleva aprendidas un total de 390.
Es por eso que Seisymedia es capaz de entender conversaciones entre humanos, razonar y comunicarse con bebés que aún están en el vientre materno y con muertos. Está al tanto de todo cuanto acontece a su lado; Bonnie Garmus comparte con los lectores algunos de los pensamientos e ideas de este amigo.
No solo eso, también es asistente de química, ayuda a medir superficies con una cinta métrica y consuela a Elizabeth en momentos difíciles. ¡Jugadísimo el Seisymedia!
Y, como si fuera poco, cariñoso y generoso. En un parque recoge con el hocico un trozo de tiza con la idea de regalársela a una bebé que está por nacer.
Estoy enamorado de este perro al que un médico describe como “feo como un pecado” y confunde su nombre, pues lo llama Tresenpunto.
A él y a mí aún nos quedan 284 páginas por avanzar en una novela que, aunque exagerada con los relatos de Seisymedia, nos recuerda que los animales le dan valor agregado a la vida de las personas.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote