“Los viajeros de primera clase abusan de las personas que les sirven, los de la segunda se hacen la vida imposible entre ellos, y todos se encargan de fastidiar a los que viajan en el vagón de tercera”.

¿De dónde tomé esa cita? Del libro Orient-Express. El tren de Europa, del español Mauricio Wiesenthal, escritor y profesor de historia nacido en 1943.

Expresa ese autor, en la página 31 de este ensayo publicado por la editorial Acantilado, que ese dicho -propio de los empleados de ferrocarriles- resume el funcionamiento de cualquier sociedad mucho mejor que las doctrinas de Karl Marx.

“Aprendí en el ya largo trayecto de mi vida que lo importante no es lo que podamos hallar en nuestro destino, sino todo cuanto hemos aprendido, amado y esperado en las horas de búsqueda y de viaje”. Estas palabras las extraje de la página 117 de esta obra de 381 folios.

Sí, se trata de un ameno y documentado ejemplar que cuenta parte de la historia del Orient-Express, el tren europeo de larga distancia que unió a ese continente entre 1883 y 2009, y que en su mayor trayecto viajaba desde París, Francia, hasta Estambul, Turquía.

“La cuenta de los enemigos de la belleza es incalculable”.

“Entonces los famosos eran gente interesante, a diferencia de ciertos personajes de nuestro tiempo que alimentan sólo el escándalo, no siendo notables”.

“A veces los seres humanos no sabemos salir del campo de concentración del mundo”.

Uno de estos días compartiré datos y detalles importantes que aporta ese libro; por ahora, reproduzco algunas citas que se refieren a un tren aún más relevante: el de la vida, el ferrocarril de la existencia, ese que pasa por paisajes llenos de luz y que de repente nos sume en la profunda oscuridad de los túneles, el mismo que en ocasiones avanza raudo sobre rieles pero de pronto se descarrila…

“Hay juicios que definen más al juez que a la víctima”.

“Las impresiones son más importantes que las opiniones”.

“Uno no debería nunca opinar de las personas ni de las cosas que no ama o no ha amado”.

El Orient-Express era lujoso y confortable; el tren de la vida puede ser, además, tosco e incómodo. Las citas que extraigo del libro de Mauricio Wiesenthal me invitan a reflexionar sobre esa ruta existencial de la que conocemos el punto de partida y evocamos algunos paseos maravillosos, pero ignoramos cuál será el último viaje.

“Si es verdad que llevamos un mensaje en nuestras vidas, antes que nosotros llegarán nuestras sombras”.

“¿Quién puede decir que no hay espíritu en el gotear de una fuente, en el tacto de una seda, en la transparencia de una vidriera, en el compás de un péndulo o en el vuelo de una paloma?”

“Las separaciones nos hacen añorar y comprender mejor a los que amamos”.

Sí, me quedo con el tren de la vida, ese en el que abundan las estaciones inciertas, sorpresivas, ambiguas, misteriosas…

“Hay una melancolía inevitable en las despedidas”. Página-riel 378.

“Sólo un hombre que sabe trabajar en muchos oficios aprende a comprender bien a las mujeres”. Página-durmiente 376.

“Un viaje largo es una venganza para los que creemos que la vida es corta”. Página-vagón 373.

Orient-Express. El tren de Europa, del español Mauricio Wiesenthal, un libro en el que la vida es una estimada pasajera.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote