Aprendí a leer en 1968, en el primer grado de la escuela Jorge Washington, en San Ramón de Alajuela. Uno de mis pasatiempos favoritos era entrar en el estudio de papá y descifrar los títulos de sus libros.

Fue así como entré en contacto con un volumen que me llamaba mucho la atención: Tu hijo, escrito por el Dr. Spock.

En algún momento, ese ejemplar grueso y empastado con tapas duras desapareció de mi vista, nunca más supe de él.

No fue sino hasta hace pocos días que me reencontré con el Dr. Spock y aquel libro al cabo de 55 años. Ocurrió en la página 173 de la novela Lecciones de Química, de la escritora estadounidense Bonnie Garmus.

Leer las palabras “doctor Spock: Tu hijo” fue como alborotar en mi memoria el panal de los recuerdos. Me remonté hasta aquel 1968 en que la maestra Mary Soto Carrillo me enseñó la magia de las letras y las palabras, y empecé a enamorarme del hermoso idioma español.

No lo pensé dos veces para buscar en Google referencias sobre el Dr. Spock. Resulta que su nombre completo era Benjamin McLane Spock y que fue un famoso e influyente (¡un influencer de verdad!) pediatra estadounidense que vivió entre 1903 y 1998.

Dr. Benjamin McLane Spock.

El Dr. Spock escribió diversos libros que orientaron a muchísimos padres y madres en la ardua tarea de educar a sus hijos. Entre ellos, Tu hijo, El cuidado de su hijo y Un mundo mejor para nuestros hijos.

De acuerdo con ese sabelotodo moderno llamado Wikipedia, ese fue el primer pediatra en estudiar psicoanálisis para procurar entender las necesidades de los niños y la dinámica familiar.

“Sus ideas acerca del cuidado infantil permitieron a varias generaciones de padres ser más flexibles y afectuosos con sus hijos, y tratarlos como individuos, en un contexto en que la sabiduría tradicional propugnaba el uso de la disciplina, y que -por ejemplo- los bebés no deben ser «mimados» alzándolos cuando lloran”, dice ese rincón de Internet.

Bendigo el instante en que se me ocurrió comprar Lecciones de química y comenzar a leerla, pues ambas acciones me han permitido reencontrarme con un viejo maestro y amigo no solo en la página 173, sino también en la 179, 181, 190 y 195.

Al día de hoy me falta leer 211 páginas de esa novela, por lo que no descarto más reencuentros con el Dr. Spock, de quien me gustaría adquirir el libro Tu hijo. Y es que, aunque no soy padre ni creo que llegue a serlo, me gustaría descubrir algunas claves de la formación que David y Elizabeth nos dieron a sus cuatro hijos.

Ya les contaré avances de esa búsqueda…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote