Una respuesta, de entre tantas válidas, resulta vital para mí en el contexto actual de una realidad llena de incertidumbres, un mañana repleto de acertijos, un mundo cargado de dudas y una vida atiborrada de dilemas: leemos para tratar de entender qué está pasando.

Cierto, la inmensa mayoría de los personajes literarios con que nos relacionamos -reales o ficticios- nunca enfrentaron una pandemia como la actual, pero sí han lidiado con conflictos existenciales, caminos laberínticos, problemas complejos, decisiones difíciles y crisis.

Ha sido el caso de Otelo, Hamlet, Macbeth, Romeo y Julieta, El rey Lear, El mercader de Venecia, Julio César, Ricardo III, Antonio y Cleopatra, Coriolano, Cimbelino, Tito Andrónico, El rey Juan, y Venus y Adonis, para mencionar únicamente los nombres de protagonistas de obras de William Shakespeare (1564-1616).

Cada uno de ellos es, por profundas experiencias vitales, un socio importante en la ardua tarea de procurar comprender lo que sucede en nuestro entorno.

Lo mismo podemos decir de don Quijote y Sancho, Rinconete y Cortadillo, El licenciado Vidriera, La gitanilla, La tía fingida, El amante liberal, El celoso extremeño, Las dos doncellas y La señora Cornelia, hijos de papel y tinta de Miguel de Cervantes (1547-1616).

Personajes sometidos a pruebas, luchas, derrotas, frustraciones, tristezas y desánimo, y que, por ende, reúnen las condiciones necesarias para ser maestros de vida.

A mí también me hablan Noé, Eva, Lot, Séfora, Isaac, Raquel, José, María Magdalena, Job, Dorcas, Elías, Lidia, Jonás, Betsabé, David, Rut, Zaqueo y muchos otros hombres y mujeres de la Biblia.

Hoy, al igual que en muchos pasajes oscuros en la historia de la Humanidad, necesitamos aliados que nos expliquen, orienten, traduzcan, interpreten, aclaren y diluciden pues hay demasiada niebla y arena del desierto que nos impiden ver con absoluta claridad.

Seamos humildes y reconozcamos que necesitamos ayuda de Pinocho, Cenicienta, Tío Conejo, Caperucita Roja, Hansel y Gretel, Pulgarcito, Rapunzel, Blancanieves, el sastrecillo valiente, Juan sin miedo, Barba Azul, Griselda, Riquete el del Copete y muchos otros compañeros de infancia.

Los amigos que moran en los libros nos ayudan a tratar de armar el rompecabezas de la realidad, limpiar las ventanas de las incertidumbres, sacudir el polvo de los acertijos, descifrar el ajedrez de las dudas y navegar en el mar de los dilemas.

Asimismo, nos enseñan a no darnos por vencidos, no rendirnos, no lanzar la toalla; así como a perseverar, mantener viva la esperanza, nutrir el optimismo.

Leemos para tratar de entender qué está pasando y en este desafío los personajes literarios arrojan luz en medio de la oscuridad.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote