Supongamos que el día de mañana me entero de que en Costa Rica vive una anciana que fue amante del escritor franco-argentino Julio Cortázar (1914-1984) y que tiene en su poder escritos inéditos del autor de Rayuela, Historias de cronopios y de famas, y 62 Modelo para armar.

Detalle importante: resulta que esa señora resguarda esos documentos con celo extremo, al punto que no está dispuesta a mostrárselos a nadie.

¿Qué estaría yo dispuesto a hacer por tratar de tener acceso a esos manuscritos, digamos que cartas, cuentos y quizá alguna novela a medio terminar?

¿Cómo me las ingeniaría para acercarme a dicha anciana, ganarme su confianza y convencerla con astucia y disimulo -como quien no está realmente interesado- de que me permita ver tales escritos?

¿Sería capaz de mentir, fingir, interpretar un papel, lanzar señuelos, vender una imagen falsa y ocultar mi verdadera identidad con tal de tener el privilegio de leer esas hojas?

¿Estaría dispuesto a casarme con una sobrina de la anciana en aras de lograr mi cometido? ¿Me traicionaría a mí mismo? ¿Descubriría rincones oscuros y tenebrosos de mi conciencia?

Preguntas que me he planteado desde que leí la novela Los papeles de Aspern, del estadounidense Henry James (1843-1916).

Es la historia de un crítico y editor que vive obsesionado por la obra del poeta Jeffrey Aspern, ya fallecido, y se embarca en la aventura de hacerse con los escritos de ese autor que se supone están en manos de una anciana que fue una de las tantas musas y que vive en una enorme casa en Venecia.

Interesante ver hasta dónde es capaz de llegar ese joven en aras de lograr su objetivo. Maquina, trama, planea, calcula, tantea, presiona, sugiere… ¿un retrato acerca de las obsesiones humanas, las aspiraciones desbocadas, los deseos extremos?

No voy a revelar el desenlace de este relato escrito en 1888, pues estaría actuando exactamente como el aguafiestas que le cuenta el final de una película a quienes no la han visto.

Sin embargo, en mi modesta opinión eso no es lo más relevante, sino confrontarnos con nosotros mismos, tener un diálogo introspectivo y honesto, bucear en nuestros principios y valores.

¿Qué no haría yo por algo que siempre he soñado? ¿De qué sería capaz? ¿Lo tengo claro o podría llevarme algunas sorpresas?

Quizá los papeles de Aspern seamos nosotros mismos.

La literatura, siempre confrontándonos con nuestra naturaleza…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote