Más que concentrado, demasiado serio para mi gusto, con cara de pocos amigos y mirada de ¡no me interrumpan!

Sí, me refiero a mi aspecto en la foto en blanco y negro que acompaña a este texto que usted está leyendo y que escribí en esta tarde lluviosa de lunes.

La imagen no honra a mi verdadero estado de ánimo en el instante en que la cámara estornudó su ¡clic! Es una fotografía engañosa.

En ese momento, acaecido el pasado miércoles 13 de octubre, me sentía tranquilo, alegre y satisfecho pues estaba a punto de concluir la lectura de uno de los mejores libros que he leído en los últimos años: Mi tío Napoleón, del escritor iraní Iraj Pezeshzad (1928).

Se trata de una historia ambientada en el Irán de 1941, cuando tropas británicas y soviéticas ocupaban esa república islámica del Golfo Pérsico, que fue terminada de escribir en agosto de 1970 y publicada por primera vez en 1973.

¡Han transcurrido 48 años y aún sigue prohibida en Irán! ¡Me gustan los libros censurados porque son aguijones literarios que levantan roncha y producen comezón en la piel de los déspotas, sean estos políticos o religiosos!

694 páginas de buena literatura, una sátira sobre el poder y las complejas pero divertidas y enriquecedoras relaciones humanas, cuyo protagonista es un estrafalario y tiránico patriarca familiar que idolatra a Napoleón Bonaparte.

Relato de intrigas, amores, secretos, adulterios, mentiras, envidias, venganzas, sueños, locuras, delirios de grandeza, complejos, lealtades y un sinfín de deliciosos etcéteras.

¡La naturaleza humana en todo su esplendor!

Un total de tres partes y veinticinco capítulos que nos retratan y reflejan al rojo vivo, sin maquillajes ni máscaras. Allí cabemos todos. Allí estamos todos. ¡Una verdadera obra de arte!

Y mientras leí, reí, aplaudí, lloré de felicidad, silbé, canté, bailé, ¡me sentí vivo porque no hay nada más real y vital que la imperfección y la contradicción!

A lo largo de esta semana, entre hoy lunes 18 y el viernes 22, estaré publicando artículos sobre esta novela escrita por un hombre que hoy día tiene 93 años (la edad a la que murió mi amado y recordado abuelo paterno en el 2000) y vive exiliado en Francia.

¡Este mundo es tan raro! Le hace la vida imposible a quien piensa diferente, vive diferente, sueña diferente, analiza diferente, goza diferente, siente diferente. ¡Como si la vida se limitara a un simple y aburrido juego de ajedrez entre “buenos” y “malos”!

Sí, estaba concentrado en la recta final de Mi tío Napoleón, pero más allá, muchísimo más allá, estaba tranquilo, alegre y satisfecho. Y agradecido por haber tropezado con esta obra en la librería Da Capo ubicada en San José.

Mañana les contaré a cuáles célebres personajes literarios me hizo recordar el protagonista de esta novela que es una lección de humanidad.

Por favor, no se queden sin conocer al tío Napoleón, un personaje que nos ilumina aún cuando lo leamos rodeados de oscuridad.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote