Si nos basamos en el cuento Qué pasa cuando un hombre cae del cielo, la respuesta a la pregunta del título es sí.

De acuerdo con ese relato de la nigeriana Lesley Nneka Arimah (1983), esa ciencia deductiva es capaz de ahuyentar otras emociones negativas y, como si fuera poco, eliminar el dolor físico.

La protagonista de esa historia, llamada Nneoma, es una de 57 matemáticos especializados en el cálculo de la pena y el dolor.

Ella se ganaba la vida calculando y sustrayendo emociones, extrayéndolas de las personas como quien chupa el veneno inoculado por una víbora.

La terapia de las ecuaciones tuvo como punto de partida la Fórmula de Furcal, apellido de un matemático chileno.

En cuanto Nneoma observó esa serie de números y símbolos, fue capaz de ver la tristeza de una persona. Como quien descubre una fórmula notable…

Luego fue formada para que diera el siguiente paso: exorcizar los traumas más intensos de los pacientes.

Pero claro, la fórmula no era infalible; se convertía en blanco de críticas y cuestionamientos cada vez que alguna persona se suicidaba -caía del cielo- por causa de la depresión.

También había quienes decían que lo que los matemáticos hacían estaba mal, ya que ayudar a la gente a evitar los problemas significaba privarla de parte importante de su humanidad.

Un cuento ingenioso que forma parte del libro con el mismo nombre: Qué pasa cuando un hombre cae del cielo, y que incluye 11 relatos más. Fue publicado por la editorial minúscula, de Barcelona, España.

Lo que se cuenta en ese texto de poco más de 18 páginas tiene lugar en una época posterior al 2030, aunque no se especifica el año exacto. ¿Será cierto que nos encontramos al menos a nueve años de un mundo donde el álgebra cura la angustia y la ansiedad?

¡Imagínese que maravilla! ¿Problemas de insomnio o gastritis? Asunto resuelto con tan solo recitar la tabla del cuatro.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote