… constaba de dos marcos de madera empotrados en la pared de la habitación que ocupábamos mi hermano Frank y yo; cada una de esas estructuras tenía forma de cuadrado y sostenía un vidrio transparente con dimensiones similares a la del bloque que forman cuatro mosaicos en el piso.

El marco superior estaba fijo, clavado, en tanto que el inferior podía ser deslizado hacia arriba, en donde se aseguraba con dos pequeños picaportes que lo mantenían abierto. Es lo que hacíamos cuando queríamos que la brisa de la calle refrescara el cuarto.

Honestamente, lo hacíamos también para escapar hacia la calle cada vez que nuestro padre nos imponía como castigo -por alguna fechoría- permanecer en la habitación durante toda las dos primeras horas de la tarde.

Aprovechando que papá y mamá tomaban una siesta, abríamos la ventana y huíamos al mejor estilo de Papillón (prófugo que protagoniza la novela que el escritor francés Henri Charrière publicó en 1969 y que fue llevada al cine por vez primera en 1973, con la actuación de Steve McQueen y Dustin Hoffman.

De esa manera, mientras nuestros progenitores dormían los “sancionados” nos divertíamos jugando policías y ladrones o indios y vaqueros con Dennis, Ana Grettel, Oscar Guido y Luis Fernando.

Regresábamos a casa poco antes de la hora en que finalizaba el “castigo”, entrábamos por la misma ventana y nos acostábamos en nuestras camas.

Pocos minutos después se nos concedía la libertad y retornábamos a la calle fingiendo el desbocado entusiasmo de quien ha sufrido en la “prisión”.

Los libros son como aquella ventana de mi infancia: nos permiten evadir por algunos minutos u horas las penitencias de la realidad.

De vez en cuando el mundo nos castiga, pero tenemos la posibilidad de burlar el dolor a través de los vanos de papel y tinta, o digitales.

La vida a veces nos sanciona, mas podemos respirar aire fresco y sentir el viento por medio de las aberturas literarias.

En ocasiones el entorno nos encierra, acorrala, atrapa, asfixia, pero tenemos la emancipación al alcance de los tragaluces editoriales.

Los libros son ventanas abiertas hacia el placer, el gozo, la libertad.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote