¿Existen las casualidades en el mundo literario o se trata de una dimensión del quehacer humano con muchísimo más vida de la que podemos suponer o imaginar?

Pregunto porque de cuando en cuando me veo inmerso en situaciones que hacen pensar que quizá haya fuerzas invisibles que actúan el planeta de los libros.

Me explico con una situación que ocurrió entre ayer y hoy.

Resulta que anoche compartí una nota titulada “Dicen que don Quijote iba a llamarse diferente”, en cual me referí al célebre Caballero de la Triste Figura y a su fiel escudero Sancho Panza.

Esta mañana, buscando un libro de la nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie tropecé con una obra que hacía rato no veía: Poesía, de Miguel de Cervantes.

Luego, a las 11:27 a.m. de este martes que desayunó sol y ahora cena lluvia -al menos en Mata de Plátano de Goicoechea-, recibí un correo electrónico de una de mis libreras favoritas: Andrea, el alma de Libros Duluoz.

Me decía, con pocas palabras (¡como me gusta que me digan las cosas!) que acababa de dejarme un paquete en la librería La Andante en San Pedro de Montes de Oca.

Unas dos horas después solicité el servicio de Uber y fui a recoger personalmente aquel presente que me tenía intrigado.

En La Andante me entregaron una bolsa de manila que tenía engrapado un sobre rojo.

Durante el viaje de regreso a casa abrí primero el sobre, dentro del cual había una tarjeta con un mensaje escrito por Andrea: “¡Quería que tuvieras estos!” De inmediato, abrí la bolsa y en su interior se encontraban dos artesanías en papel y alambre de mis locos predilectos: Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza.

¡Un obsequio muy especial! Resulta que Andrea recordaba que hace varios años entré al local de Duluoz -cuando operaba cerca de la Alianza Francesa- y le pregunté si ese par de figuras estaban en venta. La respuesta fue un no, pues se trataba de la decoración de la librería.

Y cuando digo “la librería” no me refiero a un negocio cualquiera, sino a un espacio que llegó a ser muy importante para mí, no solo por la calidad de la oferta editorial, sino también por las tertulias ocasionales con Andrea.

Lamentablemente, este local -que en los últimos meses funcionó al costado este de la Cancillería- tuvo que cerrar sus puertas a principios del presente mes. Corren tiempos sumamente difíciles para los negocios…

Afortundamente, Libros Duluoz seguirá aportando calidad desde ese gigantesco edificio llamado Internet: libros.duluoz@gmail.com

Retomo ahora la pregunta inicial: ¿Existen las casualidades en el mundo literario o se trata de una dimensión del quehacer humano con muchísimo más vida de la que podemos suponer o imaginar?

¿Puede calificarse de fortuito el hecho de que anoche escribiera sobre don Quijote y Sancho, que esta mañana me reencontrara con los poemas de Cervantes y que Andrea me obsequiara las mencionadas artesanías de papel?

Se trata de un tema despierta mi curiosidad, pues este tipo de situaciones se me presentan con cierta frecuencia en materia de libros, personajes, escritor@s, librerías, lecturas y bibliotecas.

¿Qué piensan ustedes? ¿Será que esta noche duermo con Dulcinea?

JDGM