Se llamaba Constantino Láscaris, nació el 11 de setiembre de 1923 en Zaragoza, España, y fue un destacado profesor de filosofía en la Universidad de Costa Rica desde 1957 hasta 1979, cuando que murió a los 55 años.

En casa tengo varios de sus libros: El costarricense, Palabras, Abelardo Bonilla, Historia de las ideas en Centroamérica, La carreta costarricense, que escribió con Guillermo Malavassi; Antología filosófica, en coautoría con Arnoldo Montero, y Cien casos perdidos.

Me gusta volver a sus textos una y otra vez, no solo porque sus huellas de tinta estimulan el pensamiento, sino también porque era un brillante, ameno e ingenioso intelectual que igual abordaba temas de alto vuelo que asuntos cotidianos.

Por ejemplo, así como escribía de ideologías, desarrollo y subdesarrollo, libertad, educación, Marx, Hegel, Platón, Descartes, Sartre, Engels, Nietzche, Fromm, lo hacía también sobre tabernas, barbas, frijoles, fútbol, cine, marihuana y novelas literarias (en su opinión, Pedro Arnáez, del costarricense José Marín Cañas, es mejor que Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura 1982.

“La tremenda Corte”, es el título de un artículo que Láscaris escribió en 1968 (incluido en Cien casos perdidos) sobre aquel programa humorístico que nació en la radio cubana en 1942 y que se produjo hasta 1961; luego se grabó para la televisión en 1966, en México.

Los personajes principales eran José Candelario Tres Patines (interpretado por Leopoldo Fernández), un tipo ingenioso y pícaro que la mayoría de las veces era condenado a prisión, y el Tremendo juez (papel a cargo de Aníbal de Mar). La serie se puede ver en Youtube.

Pues bien, en opinión de Constantino Láscaris aquel era uno de los pocos espectáculos buenos que transmitía la televisión en Costa Rica.

“Los actores son buenos. Los chistes suelen ser viejos, pero les pasa lo que al buen vino, que al añejarse ganan en calidad. Hay cierta calidad humana en los tipos presentados. Y sobre todo, tienen gracia”, escribió aquel filósofo declarado Benemérito de la Patria por la Asamblea Legislativa de Costa Rica.

Agregaba el profesor universitario que uno de los grandes méritos de “La tremenda Corte” era demostrar que se puede realizar un buen programa con el mínimo de recursos.

“Gracias a que siempre aparecen algunos hombres con talento, de cuando en cuando aparece algo como La tremenda Corte, que es vital, sencillo y directo”, manifestó el filósofo que no me canso de releer.

JDGM