Les conté al medio día de hoy acerca de un amigo que se resistía a tender la cama y que además pensaba que esa era una tarea que le correspondía a su mamá y a sus hermanas.

Me acordé de él, agregué, hace pocos días, cuando vi el título de uno de los libros que venden en el Auto Mercado: Tiende tu cama, del estadounidense William H. McRaven (1955), comandante militar retirado.

Dicha obra es una versión ampliada del discurso que McRaven pronunció durante la ceremonia de graduación de la Universidad de Texas en el 2015. De acuerdo con el orador-escritor, los logros más trascendentes están hechos de pequeños pasos.

Evoqué hoy, además, la ocasión en que mi amigo tuvo el valor pedirnos a un grupo de conocidos que oráramos por su madre para que Dios la ayudara a dejar de molestar tanto con la majadería de que había que ordenar las sábanas, cobija, colcha y almohadas cada mañana.

“¿Lo complacieron sus amigos? ¿Elevaron una plegaria al cielo para que Dios lo librara de la que bien pudo haber sido la plaga número once en Egipto? ¿Cómo terminó esta historia?”, pregunté y prometí responder hoy mismo.

Pues bien, he aquí el resto del cuento…

La solicitud de oración por la mamá “majadera” fue planteada un domingo por la mañana durante un estudio de la Biblia para jóvenes universitarios.

Mi amigo, cuyo nombre me reservo pero a quien llamaré R, se quejó de que últimamente su progenitora no lo dejaba en paz con la necedad de tender la cama.

“Le he dicho que esa no es tarea mía, pues tengo que ir a clases, preparar tareas y estudiar para los exámenes. ¡Ese es mi trabajo! Pero ella se la pasa déle que déle con el tema; ¡está obsesionada!”, manifestó con tono de hombre agobiado e incomprendido.

Un silencio incómodo se apoderó del grupo durante varios segundos…

De repente, el maestro de Biblia dijo: “Vamos a orar no por la mamá de R, sino por R, para que Dios lo ayude a no ser tan fresco y entienda que los quehaceres del hogar son responsabilidad de todos”.

R se quedó mudo, tanto que al día de hoy no sé si aprendió la lección, si Dios escuchó nuestras oraciones o si la cama sigue hecha un completo desorden.

¿Qué piensan ustedes?

JDGM