Me reservo el nombre del colega, pero cuento la historia…

Resulta que a ese reportero le correspondía el turno de escribir una columna de opinión en un periódico cuyo nombre tampoco revelaré.

Pues bien, se le ocurrió redactar un comentario sobre Ensayo sobre la lucidez, del lusitano José Saramago (1922-2010), una novela que ese periodista no había leído.

Y como no la había leído, echó mano a un artículo escrito por alguien que sí había devorado esa obra publicada en el 2004.

Tomó prestada una idea de ese párrafo, otra de aquel, una más de este, aquella también… y así armó, poco a poco, un texto basado en otro texto sobre otro texto.

Recordé ese episodio el lunes pasado, cuando me reencontré en mi biblioteca con ese libro en el que la mayoría de los electores de una ciudad decide acudir a las urnas pero votar en blanco.

El proceder de los ciudadanos agita las sucias y fétidas aguas del poder, cuyos actores creen que solo ellos tienen derecho a irse en blanco…

Pero bueno, ese es un enano de otro cuento. Lo que me interesa en esta ocasión es compartir la anécdota del periodista que escribió sobre un libro que no había leído (¿lo habrá leído ya después de tantos años -por lo menos quince?-).

Este asunto de los textos no leídos me conduce a otro episodio aún más añejo, el de otro colega que en una ocasión escribió una columna de opinión en la que afirmó “Como dice la Biblia: hoy por ti, mañana por mí”, un dicho popular que no aparece por ningún lado entre el Génesis y el Apocalipsis.

He escuchado a gente manifestar “A Dios rogando y con el mazo dando, como dice la Biblia”. ¡Tampoco dice eso!

Tengo que mencionar el caso de un exdiputado que en una de sus alocuciones en el plenario legislativo declaró: “Cabalgan Sancho, señal de que cabalgamos”. Aparte de que pronunció mal esa frase apócrifa (“Ladran Sancho, señal de que cabalgamos”) esas palabras no forman parte de la obra cumbre de don Miguel de Cervantes.

No tiene nada de malo admitir que uno no ha leído un libro, el problema (¡y riesgo!) es opinar o hablar de él con aparente propiedad pues no faltan los detalles que delatan la farsa.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote