Esa es la interrogante con que el escritor brasileño Rubem Fonseca (1925-2020) tituló uno de sus cuentos breves.

Se trata de una historia que no llega a ocupar el espacio completo de dos páginas.

El relato está enfocado en una prostituta llamada Genoveva, quien decidió cambiar ese nombre por el de Alma pues el que le pusieron sus padres le parecía feo.

“Alma es un término derivado del hebreo nephesh, que significa vida o criatura, y también del latín animu, que significa ‘lo que anima'”.

Complementó ese cambio pintando su pelo de color rubio, un tono que para ella significaba vigor, inteligencia, nobleza y opulencia, además de construir confianza y dotar de poder y persuasión.

Sin embargo, a su jefa, doña Erotildes, y a la clientela del lupanar donde trabajaba no les gustó el nombre y la “bautizaron” Mimi. Se vio obligada a aceptar que la llamaran así, pues de lo contrario la habrían despedido del trabajo.

Gracias a ese nombre, la chica se convirtió en la empleada más solicitada del prostíbulo.

“¿Por el nombre? ¿Qué hay en un nombre?”, pregunta al final el autor del cuento.

Me gusta esa interrogante, ya que me conduce a responder (aunque mi respuesta no sea precisamente la que buscaba Rubem Fonseca) que en un nombre hay un ser humano, una persona con dignidad, alguien que merece respeto.

En este sentido, me permito hacer un pequeño ajuste en el título de la historia: ¿Qué hay detrás de un nombre? o ¿De quién nos habla un nombre? En ambos casos la respuesta es la misma: un ser humano.

Tomando esto en cuenta, ¿qué pasaría si antes de atacar o insultar a alguien porque piensa distinto o tiene un estilo de vida y gustos diferentes, nos detuviéramos a pensar primero en su nombre y en todo lo que éste significa o -más importante aún- dignifica?

¿Qué sucedería si en lugar de abalanzarnos como hienas depredadoras y hambrientas sobre una persona, reflexionáramos primero sobre su nombre y el sentido de humanidad que encierra?

¿Seríamos más empáticos, benevolentes, bondadosos, generosos, compasivos, respetuosos?

Esta es una manera de presentar el proyecto digital que inauguraré mañana: Gente-diverGente… porque en Costa Rica también tenemos derecho a discrepar con respeto.

Los invito a seguir esta iniciativa, de manera gratuita, a través de este enlace: www.gente-divergente.com

“¿Qué hay en un nombre?”, una pregunta que jugará un papel esencial en este proyecto periodístico que me entusiasma mucho, pues busca construir en lugar de destruir.

JDGM