En agosto de 1972, hace 49 años, la editorial Trejos Hermanos imprimió un tiraje de 3.000 ejemplares de la obra Antología, del poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), por encargo de la Editorial Universitaria Centroamericana (EDUCA).

Trescientos de esos volúmenes fueron empastados con tapas duras. En mi biblioteca se encuentra el número 246, un libro por el que alguna vez pagué ¢2.000 en una librería de textos usados. Ocurre muy de vez en cuando que uno tropieza con una joya literaria por la que paga tan bajo precio.

Sí, un tesoro, no solo porque en sus 224 páginas color sepia contiene 90 poemas escritos y seleccionados por Cardenal, sino también porque la introducción corrió por cuenta de la pluma del escritor uruguayo Mario Benedetti (1920-2009).

Cardenal formó parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional, cuya lucha armada derrocó al dictador Anastasio Somaza Debayle el 17 de julio de 1979 (una revolución que lamentablemente se robó el actual dictador nicaragüense Daniel Ortega), y fue ministro de Cultura de Nicaragua hasta 1987.

La comunidad religiosa de Cardenal operó en Solentiname, el archipiélago del Gran Lago de Nicaragua, por lo que los campesinos acudían en botes a la misa dominical. El escritor franco-argentino Julio Cortázar (1914-1984) fue testigo de varias de esas ceremonias religiosas.

Este teólogo revolucionario recibió una fuerte reprimenda el 4 de marzo de 1983 por parte del entonces papa Juan Pablo II, quien con gesto duro y el dedo índice señalándole lo reprendió públicamente por formar parte del gobierno sandinista (de izquierda) y propagar doctrinas apóstatas. Lástima que ese papa no haya sido igual de duro con los sacerdotes pedófilos que encubrió durante años…

Transcurrieron 35 años hasta el 17 de febrero de 2019, día en que se dio a conocer una carta del Francisco a Ernesto Cardenal informándole del levantamiento de la suspensión a divinis, impuesta por Juan Pablo II en 1984.

En las páginas 43 y 44 de Antología aparece un poema que habla de Costa Rica y que comparto a continuación:

En Costa Rica cantan los carreteros.
Caminan con mandolinas en los caminos.

Y las carretas van pintadas como lapas,
y los bueyes van con cintas de colores
y campanitas y flores en los cuernos.

Cuando es el corte del café en Costa Rica,
y las carretas van cargadas de café.

Y hay bandas en las plazas de los pueblos,
y en San José los balcones y ventanas
están llenos de muchachas y de flores.
Y las muchachas dan vueltas en el parque.
Y el presidente camina a pie en San José.

​Sí, yo tengo el ejemplar 246 y cada vez que lo abro y lo leo mi casa queda olorosa a poesía, fe, política y yuntas de bueyes.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote