… nos invitan a congregarnos alrededor del fuego de las palabras, las llamas de las historias, para luego permitirnos sentir el calor de la comunidad humana, el abrigo de la hermandad, el cobijo de la compañía.

Sí, nos acercan a pesar de las distancias culturales y nos reúnen para combatir el frío de las diferencias y discrepancias.

No se trata de chispas editoriales que consumen las divergencias; tizones literarios que se ensañan contra la diversidad, o flamas textuales que reducen a cenizas las desavenencias.

Todo lo contrario: son piras que se alimentan de las controversias, lo plural y heterogéneo. Hogueras al servicio de la comprensión y la empatía, y no de la quema de “brujas” y “herejes”.

Uno de esos libros es, en mi modesta opinión, Mi tío Napoleón, escrito por el autor iraní Iraj Pezeshkzad, quien nació en Teherán en 1928, empezó a escribir a principios de la década de los años 50 del siglo pasado y vive en París, Francia, desde 1979.

Abandonó su país de origen, donde dirigió el Departamento de Relaciones Culturales del Ministerio de Exteriores, tras la victoria de la Revolución Islámica que derrocó a la Dinastía Pahlaví.

En aras de luchar contra el nuevo régimen iraní, vigente hasta el día de hoy, Iraj Pezeshkzad se unió a Shapur Bajtiar -último Primer Ministro bajo el mandato del Sah Mohammad Reza Pahlaví-, líder opositor que fue asesinado el 6 de agosto de 1991 en Suresnes, Francia.

Mi tío Napoleón, publicada en 1973 y bajo censura en dicha nación del Golfo Pérsico, está ambientada en el Teherán de principios de la década de 1940, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial (de hecho, hay múltiples menciones a Hitler), en dónde conviven varias familias bajo la tiranía de un patriarca paranoico que idolátra a Napoleón Bonaparte.

En su reseña sobre esta obra, el periódico estadounidense Cleveland Plain Dealer, diario principal de Cleveland, Ohio, afirmó: “Hará más por mejorar las relaciones entre Estados Unidos e Irán que toda una generación de visitas de diplomáticos y disculpas de los respectivos gobiernos.”

Asimismo, en opinión de la escritora y académica iraní, Azar Nafisi, este relato es “de muchos modos una refutación de las imágenes histéricas y amenazantes de Irán que han dominado Occidente durante casi treinta años. En muchos niveles esta novela devuelve al país una voz que había sido confiscada y enmudecida, revelando una cultura impregnada de un profundo sentido de la ironía y del humor, así como de sensualidad y ternura”.

​Hay libros que son como una fogata… nos invitan a congregarnos alrededor del fuego caluroso y luminoso de las diferencias que nos unen.

Porque no es cierto que este mundo se divida entre “buenos” y “malos”; nos dividen los fantasmas del maniqueísmo, los prejuicios, los miedos, los estereotipos, y lo que la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie define en el título de uno de sus ensayos como El peligro la historia única (conformarnos con solo una versión de los hechos, una perspectiva de la realidad).

Con este artículo culmino una serie de cinco textos en torno a la novela Mi tío Napoleón. Aquí los enlaces a los otros cuatro escritos: Esa foto en la que aparezco concentrado, Parientes literarios del tío Napoleón, ¿Qué significa “San Francisco” en la novela iraní ‘Mi tío Napoleón’? y La dolorosa historia de amor que se transformó en una semilla literaria.

Le recomiendo acercarse a esta fogata editorial. Vale la pena quemarse…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote