Vale la pena atender las tres sabias advertencias que el físico español Jorge Wagensberg Lubinski (1948-2018) nos heredó en su libro Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?, editorial Booket.

De acuerdo con este exprofesor universitario de Teoría de los procesos irreversibles, en la Universidad de Barcelona, existen tres variedades de reuniones de las que es mejor escapar a tiempo.

Primera: “Si nada más empezar una reunión de más de diez personas, todavía no ha sonreído nadie, toma nota mental de la salida más próxima. La crítica será difícil”.

Segunda: “Si al poco de empezar una reunión descubres que las afirmaciones son inmunes a lo que pueda suceder en la realidad, sea cual sea la realidad, empieza a deslizarte hacia la puerta. La crítica será imposible”.

Tercera: “Si en algún momento de una reunión alguien te susurra al oído “genios ancestrales ya han pensado por ti todo lo pensable”, huye sin mirar atrás. No cuentan contigo”.

Estoy 100% de acuerdo con ese erudito al que le gustaba animar el debate de ideas.

No solo eso. Me tomo, además, la libertad de alertar sobre otras reuniones en las que es una pérdida de tiempo participar.

Primera: Aquellas en las que ninguno de los participantes escucha a los demás, sino que todos se interrumpen, se apropian del uso de la palabra, a la brava.

Segunda: Las sesiones en las que todo está previamente cocinado y de usted se espera tan solo un servil saludo a la bandera.

Tercera: Encuentros en los que no hay nada sustancial de qué discutir, pues todo gira en torno al ego, vanidad y narcisismo de quien dirige la reunión.

Cuarta: Sesiones que se convocan para anunciar con bombos y platillos que por fin se solucionaron viejos problemas, cuando todo el mundo sabe que no es así.

Quinta: Hay que huir, ¡y pronto!, de aquellos encuentros en los que los consabidos y eternos lamesuelas de las organizaciones se dan cuatro gustos rindiendo servil pleitesía a sus jefaturas con tal preservar sus puestos (¡uno de los espectáculos más lamentables sobre la faz de la Tierra!).

Sexta: Las citas en las que todos son expertos en oponerse, pero nadie en proponer o todos corren a señalar culpables, pero nadie asume su responsabilidad.

Sétima: Aquellas en las que lo más relevante son el café y los bocadillos. ¡De estas hay montones!

En fin, en el octavo día creó el hombre las reuniones y vio Dios que apenas unas cuantas era buenas…

JDGM