(Tercera y última nota sobre un mismo libro)

Tal y como lo anuncié el viernes pasado, el artículo de hoy lunes 1º de febrero está dedicado a Rosa, una mujer que muchas veces no terminaba sus frases.

La “conocí” hace pocos días, cuando leí la novela Rabia, del escritor argentino Sergio Bizzio (1956).

Sobre ese libro he publicado dos notas: El hombre que se escondió durante 146 páginas, el jueves anterior, y El fantasma asesino, el viernes.

La de hoy es la última (al menos por ahora…) y está dedicada a la coprotagonista de esa historia de aislamiento, suposiciones y violencia (léanse las dos notas anteriores).

“Es que…”.
“No sé…”.
“Sabés que sí…”.
“Sabía que un día me ibas a venir con…”.
“Lo que pasa es que nunca lo…”.
“No es nada…”.
“Sí. Tiene una voz…”.
“Gracias. Bueno…”.

Sí, era una persona de puntos suspensivos… “dejar inconcluso lo que había empezado a decir era su manera habitual de hablar”, dice en la página 10 de esta obra publicada por interZona editora.

Y claro, el interlocutor debía esforzarse por completar las oraciones en su mente.

¡Difícil comunicarse con alguien así! No solo porque lo dejan a uno en ascuas, sino también porque ¿qué garantía tenemos de que completamos las frases con las palabras correctas? Las conversaciones a medias son rompecabezas llenos de trampas.

Sin embargo, a José María, el novio de Rosa, le iba mejor que a la mujer del poema Matrimonio, de la estadounidense Louise Glück, premio Nobel de Literatura 2020. Está casada con un hombre que no utiliza palabras, pues para él los vocablos son solo para efectuar arreglos o hacer negocios.

“Nunca para la ira, nunca para la ternura”. Una relación basada en el silencio. Ella pega su cara contra la espalda de él, “aunque es como pegar el rostro contra una pared”.

Precisamente esta tarde leí la siguiente cita en Facebook: “El silencio no está vacío, está lleno de respuestas”, y me dije “depende… depende…”.

Complicado comunicarse y entenderse, sobre todo cuando ponemos obstáculos en el camino del diálogo.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote