No para subir al cielo, como cantaba Ritchie Valens en La Bamba, sino para escalar y descender en lo profundo de nuestro ser.

Me gusta esa imagen que nos regaló el poeta mexicano Octavio Paz (1914-1998) cuando escribió, el 17 de marzo de 1985, el prólogo para un libro de poemas del serbio Vasko Popa (1922-1991).

… eres carpintero… tus escaleras sirven para subir y bajar en el interior de nosotros mismos

Así es la poesía, no solo la de Popa, un conjunto de peldaños -a veces toscos y llenos de astillas; en ocasiones, lijados y pintados- que nos permiten recorrer todas nuestras habitaciones, visitar los misterios que guardamos en el cielo raso, reencontrarnos con los secretos que escondemos en el ático.

Gracias a esa armazón de dos largueros de palabras y varios travesaños de versos podemos conocemos mejor, comprendernos y, quizá, perdonarnos y aceptarnos.

No es la Stairway to Heaven (Escalera al cielo) de Led Zeppelin, sino una estructura que hace posible que alcancemos el cielo que llevamos por dentro, pero que también bajemos al infierno existencial que nos atormenta.

La poesía, escalera de madera elaborada por el poeta-carpintero, es también linterna que desnuda la oscuridad, lluvia que empapa nuestros desiertos, plumero que sacude el polvo con el que cubrimos nuestras miserias.

Pero me quedo con la idea de la escalera.

Leo el prólogo de Paz y me veo subiendo y bajando en mis nervios y venas, huesos y articulaciones, músculos y neuronas.

Coloco la escalera-poema en mis entrañas, la afianzo sobre el hígado, la calzo entre mis riñones, la aseguro en el torrente sanguíneo.

Asciendo y desciendo, como técnico de cuadrilla del tendido eléctrico o Internet, en las paredes de mis incertidumbres, contradicciones, prejuicios, resentimientos, fobias.

Lo mismo hago a la hora de revisar los techos y canoas de mis sueños, deseos, alegrías, entusiasmos, pasiones, locuras.

¿Qué sería de mí sin la poesía de Vasko Popa? ¿Cuánto podría conocerme sin los versos de Pablo Neruda? ¿Qué tanto subiría en mi interior sin las palabras de Ana Istarú? ¿Podría bajar sin los peldaños de Gioconda Belli? ¿Cómo reencontrarme, revisarme, redescubrirme sin las rimas de Federico García Lorca? ¿Cuánto podría maniobrar en mi interior sin la escalera de Sor Juana Inés de la Cruz?

La poesía es una escalera de madera. También puede ser cruz, cama, mesa, pizarrón, marco de ventana, veladora, tonel…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote