Leer el Libro de horas, de la brasileña Nélida Piñon (1937) es como calentar el cuerpo con una taza de sopa durante un día frío.

Inquietudes personales que abrigan el alma, reflexiones íntimas que cobijan la mente, vivencias cotidianas que abrazan y transmiten calidez.

Esas son las sensaciones que experimento cada vez que meto la cuchara de la lectura en este caldo literario de 175 páginas, un suculento y espeso consomé que el Fondo de Cultura Económica sirvió sobre la mesa editorial en el 2013.

Un plato fuerte que me acompaña desde el 19 de febrero del 2016 y que siempre me infunde serenidad, esperanza y gratitud, pues se trata de una sopa de letras preparada por una escritora que ha aprendido a sazonar la vida.

Piñon, quien en 1996 se convirtió en la primera mujer en presidir la Academia Brasileña de Letras, habla del amor, la belleza, las ideas, la lengua, el arte y la imaginación en este texto suyo personaje principal es la existencia.

“Admito que la vida está hecha de treguas, a veces difíciles, a veces encantadoras”, afirma en estos ensayos que derrochan sensibilidad, poesía, empatía, bondad, ternura, gratitud y nostalgia.

La también autora de El tiempo de las frutas, El calor de las cosas y La república de los sueños, entre otros libros, nos permite saborear su particular visión de la familia, la amistad (“un prodigio humano”), Dios, su perro Gravetinho, los misterios, las certezas, el placer y el sexo.

En sus escritos hay lugar también para temas como la soledad, las ilusiones, el consuelo, los enigmas humanos, la manía de hacer preguntas, la mentira, las pasiones, la intimidad, los arrepentimientos, la coherencia y los defectos.

“Aspiro a ser un camaleón cuya mirada gira trescientos sesenta grados, para que no se le escape lo que está al frente y lo que se esconde detrás”, confiesa en la página 25 del Libro de horas.

Esta mujer que el 3 de mayo pasado arribó al puerto de los ochenta y cinco años, abre su corazón y nos cuenta sobre las tempestades de su vida, las velas con que navega, las brújulas que la guían y las anclas que la sostienen.

“Bebo el café sin prisa”, explica quien dedica algunas líneas al “ardor del pecado”, la tentación, el bien y el mal, la teología, los frutos prohibidos y su resistencia a confesarle sus “faltas” privadas a un confesor que poco entiende de la vida.

“Yo preservo mi intimidad, soy secreta. Me abstengo de confidencias. Mi odisea es vivida en el interior de la casa y se sujeta a las sanciones que yo me aplique”, afirma esta mujer que dice ser aventurera en la mesa, en la cama y en la calle.

Nélida Piñon nos dice que los libros son su otro hogar; entre ellos, los de Clarice Lipsector, Miguel de Cervantes, William Shakespeare, Homero y el que sin duda alguna es su autor favorito: el también brasileño Joaquim Maria Machado de Assis (1839-1908), considerado como el mayor escritor de ese país suramericano.

“Lloro, río, canto”, manifiesta quien afirma con orgullo no tener hijos, pero sí lectores.

En ese caldo existencial llamado Libro de horas hay lugar para ingredientes como el vino, la infancia, el silencio, las contradicciones, la paz mental, el deseo del comprender a los otros y “el teatro que cada cual lleva consigo”.

Una sopa de letras cien por ciento recomendada. ¡No se quede con el antojo!

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote