Sí, 2021 menos 1979 da 42. Se trata de la cantidad de años que han transcurrido desde la primera vez que leí El castillo, del escritor Franz Kafka (1883-1924).

Romano, ese era el nombre o el apellido del profesor de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica que nos asignó esa lectura para un examen.

Como buen tico que deja todo para el final, devoré ese libro un día antes de la evaluación. Así lo hice durante una jornada completa en la Biblioteca Nacional.

Llegué a ese edificio, ubicado al costado norte del Parque Nacional, en San José, desde buena mañana y no solté el texto sino hasta que lo hube terminado.

Esa fue la primera vez que leí una obra literaria desde el alfa hasta el omega, desde la a hasta la zeta, de principio a final.

Al día siguiente me sometí a la prueba académica y obtuve la máxima calificación.

Desde entonces, me gusta Kafka, autor de La metamorfosis, Carta al padre, Un artista del hambre, El fogonero, La muralla china y En la colonia penitenciaria, entre otras obras.

Y bueno, 42 años después regreso al castillo, ese al que el personaje llamado K. nunca logró llegar debido a los caprichos e irracionalidades del poder.

Ingrese, por medio de estos enlaces, a un video sobre La metamorfosis y otro sobre El castillo: https://donlibrote.gente-divergente.com/video-la-metamorfosis/ y https://donlibrote.gente-divergente.com/video-el-castillo/

K. es un agrimensor que fue contratado por el el castillo, pero que se entera, al acudir a cumplir con sus funciones, que su nombramiento fue un absurdo malentendido.

¡Cuando el aparato estatal se propone JODER a las personas, lo logra con creces! No es para menos, pues se trata de un sistema laberíntico y un organismo enmarañado.

El Estado es caprichoso, misterioso y majadero como él solo. Así ha sido siempre y así continuará. Tiene sus cosas buenas, no se puede negar, pero posee una infinita vocación y voluntad de JOROBAR a sus clientes.

Así me lo explicó Kafka en 1979, cuando era yo un muchacho de 17 años, y así me lo reitera a mis 59 años de mocedad.

De pronto se me ocurrió la idea de reencontrarme con esa novela que poseo en una mediocre presentación de Ediciones Brontes, una aceptable publicación de Edicomunicaciones y un excelente ejemplar de Alianza Editorial, las tres españolas.

Precisamente ayer compartí en este espacio un video basado en el primer párrafo de El castillo, obra que fue publicada en 1926, de manera póstuma. Kafka la dejó inconclusa (¿qué se podía esperar de una novela basada en el proceder antojadizo de papá Estado?).

Ya les contaré más detalles acerca de mi relectura de esta historia que transcurre en un ambiente frío, enigmático y lleno de escollos.

¡Vale la pena leer a Franz Kafka!

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote