… pero somos incapaces de verlo.

No lo digo yo, lo afirmó en el siglo XVII el filósofo y zapatero polaco Jakob Böhme (1575-1624).

“El Paraíso está todavía en la Tierra pero los seres humanos ya no saben verlo”, manifestó ese místico y teósofo luterano.

Tropecé con esas palabras en el libro Pequeños paraísos, del filólogo, traductor y escritor argentino Mario Satz (1944).

Se trata de una obra publicada por la editorial Acantilado (una de mis favoritas por la rigurosidad en la selección de libros y autores, y la calidad de sus publicaciones).

En este volumen de 172 páginas, el autor nos remite a aspectos importantes e interesantes de los jardines griegos, persas, japoneses, chinos y de otras culturas y naciones.

Asimismo, se refiere a los jardines de rosas, de los filósofos, las cigarras y el alma.

Todo un deleite leer un ejemplar que es, a la vez, un paseo por entre plantas, flores, piedras, fuentes, riachuelos y animales. La palabra vestida de verdor, la página salpicada de polen.

Me gusta la idea que plantea Satz en la introducción: que a la larga los seres humanos creamos jardines con la oculta intención de recuperar de alguna manera el paraíso perdido, el huerto del que fueron expulsados Adán y Eva, y todos nosotros.

Al menos esa es una de las múltiples sensaciones que florecen en mi mente cada vez que me gozo con el jardín de casa, admiro algún otro o camino por algún jardín botánico o bosque.

Quizá es por esa razón que tengo algo de adicto a los frutos prohibidos, las Evas al desnudo y los documentales sobre serpientes…

JDGM