“A las generaciones futuras les resultará difícil creer que un hombre como Gandhi existió en nuestro mundo”, Albert Einstein

Tres razones me llevaron a comprar, en agosto de 1986, un ejemplar del libro Las palabras de Gandhi.

Primera: quería regalarle esa obra a mi padre en su cumpleaños número 48.

Segunda: Mohandas K. Gandhi (1869-1948) es una de las figuras históricas que más admiro.

Tercera: la recopilación de las citas estuvo a cargo del británico Richard Attenborough (1923-2014), quien dirigió la película sobre Gandhi que se estrenó el 30 de noviembre de 1982 en Nueva Delhi, India.

El papel principal estuvo a cargo del actor Ben Kingsley, en tanto que Martin Sheen interpretó a Vince Walker, reportero ficticio del periódico The New York Times, y Candice Bergen encarnó a Margaret Bourke-White, la fotógrafa de la revista Life que divulgó la imagen de Gandhi por todo el mundo.

Aquel fue un filme de tres horas y trece minutos de duración que, si mal no recuerdo, disfruté en el Cine Magaly.

Y sí, el 31 de agosto de 1986 le obsequié ese libro a mi tata, con una dedicatoria en la que le agradecía sus consejos.

El 15 de agosto del año pasado mi papá me entregó el ejemplar con el deseo de que yo lo conservara en mi biblioteca.

Aquí está, en casa. Un tesoro pues tiene dos firmas de mi viejo; una en la portada y otra en la página 5. Un garabato que me trae muy lindos recuerdos.

De cuando en cuando lo saco del anaquel y leo algunas de sus líneas. Por ejemplo, las que Gandhi escribió en 1893, cuando tenía 23 años: “Siempre ha sido un misterio para mí el que el hombre pueda sentirse honrado por la humillación de su prójimo”.

Comparto otras:

“Tan importante es no cooperar con el mal como cooperar con el bien”.

“He aprendido a través de mi amarga experiencia una suprema lección: a contener la ira, porque así como el calor se transmuta en energía, incluso nuestra ira, dominada, puede transmutarse en una fuerza capaz de mover el mundo”.

“El único tirano que acepto en este mundo es la pequeña y sosegada voz interior”.

“Orar no es pedir. Es un anhelo del alma. Es el reconocimiento diario de la propia debilidad. Para orar es mejor tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón”.

“Un hombre de fe no regatea ni estipula con Dios”.

Escogí estas citas porque fueron subrayadas por mi tata, quien en vida encarnó esas palabras.

JDGM