Hacía rato que rumiaba la idea de leer nuevamente una de las novelas latinoamericanas que más disfruté como estudiante colegial: La vorágine, del escritor colombiano José Eustasio Rivera (1888-1928).

Leí ese libro, publicado en 1924, por primera vez en tercer año de secundaria, en 1976… 47 años atrás, por lo que el infalible borrador del tiempo ya ha eliminado muchos detalles que celebré en un curso de español impartido por el profesor Rafael Eligio Rodríguez Araya.

Grosso modo, esta obra relata una complicada historia de amor entre Arturo Cova y Alicia, la cual tiene lugar en la selva amazónica colombiana durante la violenta y deshumanizada fiebre del caucho a finales del siglo XIX e inicios del XX.

Me alegré mucho cuando tropecé, el domingo pasado, con un ejemplar de esa historia en uno de los anaqueles del departamento de libros de Universal, en Plaza Lincoln, Moravia.

De inmediato lo tomé con ambas manos y busqué la etiqueta con el precio: ¢3.990,00. “Está barato”, pensé y me apresuré a pagarlo en una de las cajas de ese negocio.

La cajera, amable y conversona, pasó la etiqueta por el lector de códigos de barras y me sorprendió: “Este libro tiene un descuento, le queda en ¢500,00”.

–¿Está segura?, le pregunté dominado por mi incredulidad.
–Sí, ese es el precio con el descuento ya aplicado.

Aún desconfiado, pagué y salí rápido de ese local, no fuera que de pronto me llamaran para avisarme que había un error y que La vorágine sí valía más.

Recordé la última vez en que había comprado un libro por ese precio: 11 de setiembre del 2008, fecha que anoté en la primera página de Francisco en Costa Rica, del artista costarricense Francisco Amighetti y publicado por la Editorial Costa Rica en 1966.

Encontré esa joya (ilustrada con grabados de Amighetti), a precio de regalo, en una mini feria editorial que se realizó sobre el bulevar que pasa al costado este del Banco Central de Costa Rica. No era un texto de segunda mano, sino un volumen que se había quedado en bodegas.

No solo lo compré, sino que también pregunté si tenían más ejemplares a la venta… ¡Buchón que es uno! Lamentablemente solo quedaba ese; terminé de leerlo cuatro días después en uno de mis rincones guanacastecos favoritos: Finca La Alcancía, en Irigaray, Liberia, cerca de los barrios La Chancha y Guapinol.

En cuanto a La vorágine, apenas empiezo a releerla; voy por la página 53 de un total de 277 de una edición de la española Plutón Ediciones.

Y tendré oportunidad de compartir con ustedes algunas impresiones o reflexiones en torno al contenido de esa novela, la única que escribió el poeta José Eustasio Rivera, quien estudió derecho y ciencias políticas.

Por ahora les cuento lo que es evidente: estoy contento (¡mi bolsillo más!) de saber que aún es posible encontrar libros, buenos libros, en ¢500,00, sobre todo en un país cuyo nombre comienza con la ce de caro… carísimo… ¡carisísimo! Aquí ni el arroz baja de precio.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote