Esa es la primera parte del consejo. Aquí la segunda: “… sean hijos, sobrinos, o amistades en miniatura. Divertíos con ellas y ellos, siempre”.

Una recomendación sabia del escritor, pedagogo y periodista italiano Gianni Rodari (1920-1980), cuyos cuentos y poemas marcaron la infancia de muchas personas en la tierra de la pizza y la pasta.

Según decía el también autor de Cuentos por teléfono, Gramática de la fantasía y La tarta voladora, entre otras obras, los padres y madres que no le leen a sus pequeños en voz alta están enseñándoles a odiar la lectura.

De hecho, ese escritor redactó un cuento titulado Érase una vez, cuyo personaje principal es un representante de comercio que viaja por toda Italia vendiendo productos farmacéuticos.

A pesar de su ajetreada agenda de negocios, ese hombre reservaba algunos minutos de la noche para llamar a su hija por teléfono y relatarle alguna historia antes de que ella se dispusiera a dormir.

Tan buenas eran las historias que las telefonistas de la central interrumpían su trabajo para escuchar los cuentos del señor Bianchi.

De acuerdo con Rodari, “los libros son semillas: alimentan tu mente y hacen brotar tu inteligencia, tu imaginación y tu creatividad”.

Doy fe de ello, pues, como lo he contado en otras oportunidades, mis tres hermanos y yo tuvimos la dicha de nacer y crecer en un hogar donde papá y mamá nos leían un relato cada noche de alguno de dos libros: Biblia en cuadros para niños, del estadounidense Kenneth N. Taylor, y Cuentos de mi tía Panchita, de la costarricense Carmen Lyra.

Luego de esas breves sesiones de lectura, se abría un espacio para preguntas y respuestas, y el intercambio de ideas.

Esos instantes forman parte de mis recuerdos de niñez favoritos. A pesar de que han transcurrido más de cincuenta años, aún puedo escuchar las voces de David y Elizabeth leyendo en voz alta.

Vale la pena conocer la obra de ese educador italiano. Así lo hago cada vez que me sumerjo en las 400 páginas de El libro de Gianni Rodari. Versos, cuentos y vida, bellamente ilustrado por la española Marta Altés (1982) y publicado por Blackie Books.

El ejemplar que reside en mi biblioteca lo compré en La Librería Andante, ubicada 125 metros al norte del templo católico de San Pedro de Montes de Oca.

Créanme cuando les digo que se trata de una joya literaria que disfruto, gozo y me pone en contacto con mi niño interior.

Sin duda, un volumen idóneo para cultivar el amor por la lectura en los niños.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote