La pregunta la planteó el escritor Felipe Garrido (1942) durante su discurso Leer el mundo, con el cual ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua, ceremonia que tuvo lugar el 9 de setiembre del 2004.

Se trata del autor de Con canto no aprendido, Trajín y los siete los siete truenos, La musa y el garabato, El Quijote para jóvenes, El coyote tonto y El camino de Eleusis.

Además, Cómo leer (mejor) en voz alta: guía para contagiar la afición a leer, Para leerte mejor: mecanismos de lectura y de la formación de lectores y El buen lector se hace, no nace, entre otras obras.

La interrogante de Garrido puede traducirse como ¿A partir de qué momento un ser humano se convierte en lector? O bien, ¿qué nos hace real y auténticamente lectores?

De acuerdo con ese profesor de literatura, hay dos situaciones que no necesariamente le confieren el título de lector a una persona: 1. Comprar libros y 2. saber leer y escribir.

“Me preocupa que ahora comprar libros pueda confundirse con hacer lectores… Todos mis alumnos en el Centro Universitario México sabían leer y escribir -lo hacían muy bien-; pero pocos eran lectores”, manifestó en aquella alocución de hace casi 18 años.

En opinión de Garrido, quien nació en un hogar donde había libros y era un gozo jugar con las palabras, hay tres condiciones que distinguen a un verdadero lector.

Felipe Garrido.

Primera, leer por placer.

Segunda, leer por gusto.

Tercera, leer con entusiasmo.

Salvo muy contadas excepciones, dudo que un estudiante que abra un libro para tratar de memorizar datos o prepararse para un examen, lea por placer, por gusto y con entusiasmo. ¡Nadie disfruta de las abejas cuando estas lo están atacando!

Tampoco creo que califiquen como lectores los tres hijos de aquella familia de la que les hablé en alguna ocasión, quienes cuando se portaban mal recibían como castigo la orden inapelable de sentarse a leer.

Así como un auténtico chofer no es aquel que sabe encender el vehículo y echarlo a andar, un verdadero lector no es aquel que compra libros (o los pide prestados) y sabe descifrar los signos ortográficos.

¿Cuánto de placer hay en mis lecturas? ¿Qué tanto leo por gusto? ¿Soy un lector entusiasta? Tres preguntas que Garrido no hizo de manera directa en su discurso, pero que sí plantea entre líneas.

¿Dónde comienza un lector? ¿Soy yo un lector?

No todo lo que brilla es oro…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote