Fue en octubre del 2013 que compré el libro A vuelta de correo, una obra que recoge poemas y cartas que el cantante español Joaquín Sabina le ha enviado a personas relevantes en su vida.

En cuanto llegué a casa con aquel volumen de tapas duras e ilustrado con fotografías, lo saqué de la bolsa en que me lo habían empacado y procedí a ejecutar uno de mis tantos divertimentos editoriales.

Sí, escribí, en la primera página, unas cuantas líneas como si ese músico me hubiera dedicado el ejemplar y lo hubiera autografiado.

“José David, mi querido “Chepe”, Dios o la diosa vida (que es su esposa) te paguen las canciones que me has regalado o inspirado. Un abrazo”, y a continuación la dizque firma del artista.

Pues bien, pasaron ocho años en total sin que la broma surtiera algún efecto. Pero le llegó su día…

Resulta que el martes de la semana pasada le vendí esa obra a la librería Libros Usados de Moncho, ubicada en el centro de San Ramón de Alajuela.

Al día siguiente recibí un WhatsApp de los propietarios de ese negocio: “Hola don José. Quería preguntarle acerca de esta firma (la de Sabina) en uno de los libros que nos vendió”.

Respondí de inmediato: “Esa dedicatoria es falsa. Es uno de mis juegos con los libros”.

“Qué ingrato. Estábamos pensando subastarlo aunque la firma fuera distinta”, me dijeron.

Les ofrecí las disculpas del caso por esa dosis de humor editorial, que Esteban y Monse tomaron con muy buena actitud: “Igual es una buena historia para quien lo adquiera”.

Incluso me contaron que habían hecho una labor detectivesca tendiente a averiguar si Sabina había estado en Costa Rica en octubre del 2013.

Esta tarde, mientras redactaba esta historia, le envié un WhatsApp a Esteban y Monse contándoles que en breve iba a publicar la nota.

“Vamos a ser personajes literarios”, respondieron. “Y yo voy a quedar como un suplantador de identidad”, agregué.

El mundo de los libros tiene eso: de alguna u otra manera nos hace reír, nos regala experiencias que nos sacan de la rutina, nos hereda anécdotas cargadas de humor.

Habrá que ver qué nuevas historias suscitan la “dedicatoria” y la “firma” de A vuelta de correo.

Por lo pronto, esta noche me tomaré un whisky a la salud de Esteban y Monse… ¡y de Sabina, quien me llama “Chepe”!

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote