“Présteme ese chunche”. Se refería a un lápiz.

“¿Quién me agarró el chunche que tenía aquí?” Aludía a un borrador.

“¡Todo el tiempo se me pierde el chunche!” Se trataba de un sacapuntas.

“Se me cayó el chunche”. Es decir, el bolso en el que cargaba los cuadernos.

“Páseme el chunche”. La regla de plástico.

Todo se llamaba chunche.

Chunche era sinónimo de compás, bolígrafo, lápiz de color, barra de tiza, libro de español, portafolio, rollo de cinta adhesiva, rotulador, fólder, cartuchera, caja de chinches, tijeras, calculadora…

¡Todo se llamaba chunche!

Por esa razón a aquella compañera de cuarto y quinto año de secundaria le pusimos el mote Chunche muchos años antes de que apareciera el futbolista alajuelense Mauricio Chunche Montero.

“Es que el costarricense es un chunche?”, preguntó el escritor, profesor universitario, político, funcionario público y periodista costarricense Alberto Cañas Escalante (1920-2014) durante la conferencia Uso y práctica del chunche, que pronunció en octubre de 1957 en el Overseas Press Club de Nueva York.

Don Alberto respondió la interrogante de inmediato: “Todavía no. Me queda aún por oír la palabra chunche aplicada a un ser humano. Pero creo que hacia allá vamos”.

Esa profecía se hizo realidad y así alcanzó a verlo quien hace casi sesenta y cinco años dijo: “El chunche, en Costa Rica, lo es todo; es la palabra por excelencia, la que nos sirve a los costarricenses para designar todas las cosas, tanto aquellas cuyo nombre ignoramos como aquellas de cuyo nombre quisiéramos acordarnos”.

También llegó don Alberto a ser testigo de la inclusión de la palabra chunche en el diccionario, un paso que no había sido dado cuando dictó su charla en Nueva York.

En aquella lejana ocasión expresó: “A pesar de que no hay acuerdo académico que le dé la bienvenida al chunche, el chunche se va colando. Con cada nueva palabra que el diccionario acepta, acepta al mismo tiempo la palabra chunche, que es sinónimo de todas… Y los costarricenses vemos orgullosos cómo el solemne, respetable, correcto y superior volumen se va llenando de chunches”.

Hoy día el Diccionario de la Lengua Española define así ese término: “Objeto cuyo nombre se desconoce o no se quiere mencionar”. No aparecen, eso sí, los vocablos que han derivado de chunche, como chunchero, chunchito, chunchón, chunchote y chunchereco.

Leí la conferencia de don Alberto Cañas en un pequeño libro que me regalaron la semana pasada durante una noche de tertulia, cerveza, salmón, queso y fútbol: Cuentos y narraciones ticas, publicado por la editorial Adelante.

Una lectura sumamente oportuna para quien escribió estas líneas en días de traslado de casa y, por consiguiente, ardua tarea para desprenderse de chunches y viajar más liviano.

Afortunadamente, en el cerebro tengo espacio de sobra, no para acumular chunches pero sí para conservar buenos recuerdos, como el de mi amiga Lixsandra.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote