Paulo Rigger. Así se llama el protagonista de la novela El país del carnaval, escrita en 1931 por el brasileño Jorge Amado (1912-2001).

Llevarle la contraria a los demás, en el tema que sea, es uno de los pasatiempos favoritos de ese personaje literario.

“Su actitud siempre era la actitud opuesta (…) le encantaba ser el contra de las ideas de sus vecinos de mesa”, cuenta el también autor -entre otras obras- de Gabriela, clavo y canela, Doña Flor y sus dos maridos, y Tieta de Agreste.

Brasileño de nacimiento, Rigger vivió varios años en París, Francia, ciudad a la que su padre lo envió a estudiar derecho, lo cual no hizo. Cada vez que escuchaba a sus paisanos hablando pestes de Brasil, él hablaba bien de su patria.

Sin embargo, en el viaje de regreso a su país, en barco, habló mal de su tierra tan solo para contradecir a los pasajeros nostálgicos que la elogiaban.

En determinado momento del relato un diplomático llamado José Augusto da Silva Reis, le dijo a Paulo Rigger que Brasil había tenido grandes hombres, entre ellos el doctor Ruy Barbosa.

Se refería al escritor, jurista, diputado, senador, ministro de finanzas e impuestos, y diplomático que vivió entre 1849 y 1923.

Pues resulta que, para variar, al protagonista de esta historia no le gustaba Ruy Barbosa, a quien calificaba de “horriblemente retórico”, sin ideas, “cansador” y “de un patriotismo francamente idiota”.

Adicto a llevar la contraria, rebatir, impugnar, oponer, replicar… así es Paulo Rigger.

¿Conoce usted a personas con ese hábito, gente que dice negro si todos dicen blanco, asegura tener calor si los demás sienten frío, y lee odio donde los otros leen amor?

Valga esta aclaración: no me refiero a los espíritus críticos que fundamentan con erudición sus posiciones adversas al resto de los mortales que los rodean; sujetos de cuyos conocimientos resulta grato nutrirse.

Hablo, por el contrario, de exhibicionistas que gustan llevar la contraria para llamar la atención, lucirse, robarse el show.

No hay mayor sustancia en ellos, pues son más forma (verborrea) que fondo (sustento). Suelen ser expertos en el arte de la pose prefabricada e interpretan de memoria el papel del rebelde y renegado. ¡Puro blof!

Cada vez que mi detector de paulos riggers se activa, procuro alejarme, tomar distancia, pues confieso que soy alérgico a esos guasones con la consistencia de un suspiro (de los elaborados con claras de huevos).

Sí, me resultan latosos, pomposos e insufribles. Tengo bajos niveles de paciencia para soportar a ese tipo de personajes que he encontrado en aulas, iglesias, empresas, instituciones, programas de televisión, fiestas, paseos…

Así que si ven a Paulo Rigger por ahí, por favor no le digan dónde vivo.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote