Gato: libro que ronronea.

Pulpo: escritor que derrama su tinta.

Culebra: materia prima para formar las diferentes figuras de las letras.

Oveja: poema al que el lector llega por lana y sale trasquilado.

Tigre: cuento corto que nos da un zarpazo.

Avestruz: novela en la que escondemos la cabeza.

Perro: best-seller que ladra pero no muerde.

Cebra: la tinta y el papel.

Jirafa: cuello de i, cabeza con diéresis.

Castor: aprendiz de literato con buena madera.

Pájaro carpintero: editor que le pone comas a los párrafos sin puntuación.

Mariposa: dos páginas pequeñas en pleno vuelo.

Lagarto: lector colmilludo.

Cuervo: compra libros y te sacarán los “rojos”.

Elefante: enciclopedia vieja, voluminosa y pesada.

Tortuga: ¡hay que tener concha para plagiar!

Abeja: el dulce sabor de la ficción.

Pulga: la letra con sangre entra.

Delfín: palabra que de repente salta en la memoria.

Ciempiés: vocablo de diez o más sílabas.

Búho: persona que lee a la luz de la Luna.

Luciérnaga: texto que arroja luz.

Camaleón: individuo que cambia de colores mientras lee.

Lora: el que repite sin entender.

Zarigüeya: libro que nos atrapa con su historia prensil.

Libélula: sobresalto de los ojos de quienes leen en un vehículo en marcha.

Pavorreal: el que lee para desplegar el abanico de conocimientos y ostentar.

Quetzal: fábula que trae cola.

Araña: librería que nos atrapa en sus redes.

Mono: escritor que se va por las ramas.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote