Lo dijo la escritora belga-estadounidense Marguerite Yourcernar (1903-1987), autora de Memorias de Adriano, Opus nigrum, El tiro de gracia, Cuento azul y Peregrina y extranjera.

Manifestó también que de cuando en cuando cedía a la tentación de pensar que al menos una parte de la personalidad sobrevive cuando una persona fallece; sin embargo, no estaba convencida de ello y en ocasiones descartaba esa idea.

En ese contexto, veía a la llamada reencarnación simple y sencillamente como un concepto asociado al deseo humano de continuidad.

“Lo cierto es que todas las evidencias físicas apuntan a nuestra total aniquilación, pero si consideramos todos los aspectos metafísicos, resulta tentador pensar que la cosa no es tan sencilla”, aseveró al ser entrevistada por la escritora y cantante iraní Shusha Guppy.

Esa conversación forma parte de forma parte del segundo tomo de la obra The Paris Review Entrevistas (1953-2012), publicada en diciembre del 2020 por la editorial Acantilado, de Barcelona, España.

Hoy día resulta fácil pensar en la muerte, no solo por el hecho de que el Covid-19 ha cegado casi 3.500 vidas en nuestro país y poco más de 3,3 millones en el mundo, sino también porque se apela en exceso al tema de la defunción en procura de que el miedo conduzca a la gente a redoblar precauciones.

Me pregunto: ¿No sería más efectivo echar mano a las bondades y bellezas de la vida? ¿Acaso no resultaría más positivo y efectivo un mensaje enfocado en los placeres de la existencia? ¿Qué tal una campaña en ese sentido? ¡La necesitamos urgentemente!

Ya de por sí la situación sanitaria y económica es demasiado complicada y sombría como para echarle fuego a la hoguera del desánimo con amenazas, chistes sobre posibles víctimas, sermones y llamados regañones a la sensatez.

No se trata de negar la realidad de la muerte, pero tampoco hay que publicitarla y mercadearla tanto. ¡Qué cansado con la retórica del funeral, el sepulcro o la incineración! ¿Qué se logra con tanto mensaje morboso?

¿Qué tal si decimos, llevándole la contraria a doña Marguerite: “Pienso en la vida continuamente”? Quizá así logremos ahuyentar un poco la bruma del pesimismo y desesperanza que a ratos nos invade.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote