Sea hombre o mujer, en Costa Rica a este personaje lo llamamos Metiche y por lo general lo hacemos blanco de una pregunta altamente confrontativa: ¿A usted quién lo metió?

O, como dice una colega periodista, ¿quién dijo sopa para que metieran la cuchara?

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, también se le conoce como Entremetido y se trata de aquella persona “que tiene costumbre de meterse donde no la llaman”.

¿Verdad que todos conocemos a por lo menos una persona que suele comportarse de esa manera?

Da su opinión cuando no se la han pedido. Interviene sin que medie una invitación expresa. Toma partido en conflictos que le conciernen ni son de su incumbencia. Husmea donde no tiene nada que oler…

Si bien no tengo ese mal hábito, sí reconozco que en algunos momentos de mi vida he caído en la tentación de apear mangos en árboles ajenos. Afortunadamente, me he percatado de ello -o así me lo han hecho ver- y he rectificado el rumbo (sacado mi cuchara de la sopa).

¿Y por qué me refiero hoy a este personaje?

Simple y sencillamente porque anoche tropecé con Metomentodo en la página 55 de una novela iraní que empiezo a leer con mucho entusiasmo: Mi tío Napoleón, del escritor Iraj Pezeshkzad (1928).

Esta historia de 694 páginas terminó de ser escrita en agosto de 1970, pero fue publicada por primera vez en 1973. La edición que tengo en mis manos fue lanzada al mercado editorial en el 2010, por Ático de los libros, de Barcelona, España.

Farrokh Laqa. Así se llama la Metomentodo de este relato ambientado en el Teherán de 1940 y que gira en torno a un patriarca que ejerce una estrafalaria dictadura sobre su familia. El tipo es un admirador fanático de Napoleón Bonaparte.

“Metía las narices en los asuntos de todo el mundo y sus interpretaciones de las situaciones más insignificantes provocaban discusiones y peleas”, relata el autor.

Esa Metiche interviene, en el episodio que leí anoche, en una disputa familiar en la que su participación se limita a echar carbón, atizar los fuegos del resentimiento.

Confieso que las pocas líneas en las que aparece me hicieron reír, no solo por lo que se cuenta de ella sino también porque recordé a algunos célebres Entremetido que conozco y que -afortunadamente- han pasado malos e incómodos momentos debido al vicio de hacer acto de presencia donde no se les ha convocado.

¿Quién dijo sopa para que metieran la cuchara? ¿Quién dijo mayo para que revoloteara el abejón? ¿Quién dijo fuego para que reventara el bombeta? Preguntas que vale la pena tener presente para no ser contados entre los Metomentodo profesionales.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote