¿Le resulta familiar el título de esta nota? No me extrañaría que así fuera, pues se trata de una paráfrasis del cuento El dinosaurio, del escritor guatemalteco Augusto Monterroso (1921-2003).

Se trata de uno de los relatos más cortos del mundo de la literatura.

Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Eso es todo: 7 palabras, una coma y un punto final.

¿Y por qué hablo del autor que ganó el premio Príncipe de Asturias en el 2000?

Simple y sencillamente porque él escribió la última obra que leí en el 2020 y la primera que leí en el 2021: La palabra mágica.

Esa obra fue publicada por primera vez en 1983 y consiste en una serie de 20 textos con los que Monterroso rindió homenaje a diversos escritores y géneros literarios.

Precisamente anoche me dormí, pasadas las 11:15, leyendo dos artículos sobre novelas de dictadores escritas por latinoamericanos. Entre ellas, El señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias; Terra nostra, de Carlos Fuentes; El recurso del método, de Alejo Carpentier, y Yo, el supremo, de Augusto Roa Bastos.

Y bueno, cuando desperté, debido al escándalo de la pólvora, el 2020 ya no estaba allí; lo había devorado el hambriento dinosaurio del tiempo.

Me levanté, me serví un whisky y brindé por el año nuevo.

Esta mañana retomé la lectura de ese libro. Engullí, entre sorbos de café negro con Splenda, el capítulo dedicado a uno de los mejores cuentistas del planeta: el uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937).

Una existencia trágica la de ese autor, quien el 19 de febrero de 1937 se suicidó de la misma manera que lo había hecho su esposa: tomando veneno.

Leí también el texto que Monterroso le dedicó al poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal (1925-2020), a quien conoció en el México de los años 40 del siglo pasado.

Se refirió a él como un pájaro con una gran barba blanca, vestido de manta y a quien su pueblo le pedía más bendiciones que autógrafos.

“Los libros tienen su propio destino”, escribió el autor guatemalteco en el primer artículo de La palabra mágica, publicado en el 2017 por la editorial española Navona en una bella edición de tapas duras de la cual poseo un ejemplar.

Soy un lector afortunado por el hecho de que parte del destino de ese libro fuera acompañarme en el funeral del 2020 y el nacimiento del 2021.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote