El título de esta nota tiene dos significados.

Primero: hoy me decidí a decorar la casa con motivos alusivos a la Nochebuena.

Coloqué mi colección de pasitos sobre el desayunador. Algunos los he comprado a lo largo de los años y otros forman parte de historias de amor o amistad.

Además, agregué una serie de luces de colores al guayabo del jardín, iluminé mi nuevo árbol (un librero con forma de pino) y guindé dos botas (una para mi perro Gofio y otra para mí).

¡Me gusta todo! Sin embargo, tengo que confesar que los pasitos -de madera, piedra, cerámica, bronce y barro- son mi motivo favorito, pues cada uno de ellos me recuerda la sencillez de la noche en que nació Jesús.

Los tengo en diversas versiones: tica, española, jamaiquina, boliviana y tradicional.

Segundo: pasito a pasito, despacio, con calma, leí la primera historia navideña de este 2020.

El cuento de Navidad de Auggie Wren, del escritor estadounidense Paul Auster (1947) y publicado por la editorial Booket.

Se trata del primer relato de Nochebuena que escribió ese autor. Lo hizo a solicitud del periódico The New York Times.

La narración consta de 35 páginas y fue ilustrada por Isol (1972), una dibujante, escritora y cantante argentina.

El texto es tan breve que no voy a brindarles mayores detalles pues terminaría contando la historia.

Sin embargo, sí voy a decirles que el cuento me hizo preguntarme si yo estaría dispuesto a mentir y robar con tal de obsequiarle una feliz Navidad a una anciana ciega.

Me reservo la respuesta, pues hay temas que son sumamente íntimos, muy personales.

En ese sentido, quiero plantearles una interrogante clave en este final del 2020: ¿Qué estaría dispuest@ a hacer usted con tal de regalarle una inolvidable Nochebuena a una persona que necesita apoyo y estímulo?

Me reservo también esta respuesta, pues no me gusta que mi mano derecha se entere de lo que hace mi izquierda.

¡Todo lo que nos pone a pensar un relato navideño!

Ayudemos a otros, aunque sea pasito a pasito…

JDGM