–¡Todo es una quijotada! ¡Una quijotada de principio a fin! -exclamó don Quijote de la Mancha.
–¡Cien por ciento de acuerdo! Una quijotada lo que cuentan San Mateo y San Lucas -secundó Sancho Panza.
–He de admitir que esos dos escritores superaron con creces mi ingenio -manifestó don Miguel de Cervantes.
–¿Pueden explicarse, ser más claros? ¿A qué se refieren? -les pregunté yo a eso de las 5:30 de esta mañana, cuando los sorprendí conversando en uno de los anaqueles de mi biblioteca.

De inmediato, los dos célebres personajes literarios y el autor de ambos respondieron que se referían a la historia de la primera Navidad narrada en los evangelios.

Algunos de ustedes recordarán que conversé con don Quijote el pasado 30 de noviembre; con su escudero Sancho Panza, el 16 de diciembre, y con Cervantes el 22 de diciembre. Tres encuentros en los que el tema central fue la sospecha que tenía el Caballero de la Triste Figura de que en la lejana Nochebuena de Belén de Judea hubo un personaje quijotesco.

–Pensé que habían abandonado esa investigación, pues hace once días que no sabía absolutamente nada de ustedes -confesé.
–Reaparecemos hasta hoy porque estuvimos indagando en silencio, lejos del ruido y las carreras propias de la Navidad y el fin de año -reaccionó Cervantes.
–Me quedé corto, José David, con la idea de que hubo un quijote en aquella Nochebuena -dijo don Quijote.
–¡Nos quedamos cortos todos! -interrumpió Sancho Panza.
–Correcto -expresó don Quijote-. No es que quizá hubo un personaje parecido a mí en los hechos narrados por San Mateo y San Lucas. ¡Es que todo, absolutamente todo, fue quijotesco en la primera Navidad!
–Sí -intervino Cervantes-. Quijotesco el embarazo de María. Quijotesco el anuncio del ángel Gabriel. Quijotesca la profecía de Zacarías. Quijotesca la reacción de José. Quijotesco el viaje a Belén. Quijotesca la presencia de los magos de Oriente, los pastores, el coro de ángeles. Quijotesca la burla al rey Herodes. ¡Quijotesca la idea de que el hijo de Dios haya nacido en un establo! ¡Quijotesco todo!

De inmediato, una pausa. Necesario masticar despacio un bocado de silencio para digerir aquellas palabras.

–Aclaremos algo: ¿a qué se refieren con quijotesco y quijotada? -pregunté.

Respondió don Miguel de Cervantes: “Nos referimos a que la historia de la primera Nochebuena tiene mucho en común con la más famosa y querida de mis novelas. Los tres relatos rompen con la rutina de eso que llamamos realidad, tienen personajes fuera de lo común, los diálogos sorprenden, hay situaciones que parecen inverosímiles, están sazonados con una buena dosis de locura, ingenio, imaginación y un alto sentido de la justicia. Tanto los relatos de los dos evangelios como el que yo escribí sacuden a los lectores, los desafían a reflexionar, tejer sus propias hipótesis o llegar a sus propias conclusiones. No son textos para lectores distraídos o apresurados, sino para gente a la que le gusta imaginar, pensar, analizar, hacerse preguntas difíciles. A eso nos referimos con quijotesco y quijotada”.

–¡Qué bárbaro don Miguel! ¡Me quitó las palabras de la boca! ¡Justo eso iba a decir yo! -declaró Sancho Panza.
–¡Y yo que me creía tan original! -manifestó don Quijote-. Pero bueno, la verdad es que entre más quijotes existamos, mejor le irá al mundo. Los quijotes no solo somos necesarios para el bienestar mental de la gente, sino que estimulamos la creatividad, la imaginación, la capacidad de acoger otras perspectivas de la vida, ver el entorno con otros ojos, abrirnos a las posibilidades de otras realidades, otros enfoques, otras opiniones. ¡Nada peor que una mente cubierta por el polvo de la arrogancia y las telarañas de los dogmas!
–La arrogancia y los dogmas son dos gigantes verdaderos -manifestó Cervantes-, no como los que don Quijote creyó ver en los molinos de viento del campo de Montiel. Leer la Biblia o Don Quijote de la Mancha nos reta a revisar nuestras creencias, ideas, criterios y convicciones con la mayor honestidad posible y la menor cantidad de sesgos y fanatismos.
–Lo mismo sucede con muchos otros libros… La metamorfosis, Las mil y una noches, Divina comedia, Odisea, Gargantúa y Pantagruel, Decamerón, Mi tío Napoleón, Ulises, Zorba el griego, Tieta de Agreste, Madame Bovary, Reloj sin manecillas… ¡Todo es una quijotada! ¡Una quijotada de principio a fin! -exclamé.
–No se robe mis palabras -bromeó don Quijote.

Todos reímos la salida del Caballero de la triste figura. Fue el buen humor el que le puso punto final a nuestra conversación y a esta historia que empezó el 30 de noviembre del 2022.

¡Todo es una quijotada! Téngalo presente a lo largo del 2023.

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote