Risa. Eso fue lo primero que me provocó el libro El arte de ser feliz, del filósofo alemán Arthur Schopenhauer (1788-1860).

¡El rey del pesimismo dando consejos, cincuenta en total, sobre la felicidad!

Así lo hace en una obra que se publicó por primera vez en 1851 y que la editorial española Herder imprimió en una sobria edición que incluye las recomendaciones en español y en alemán.

Tengo que reconocer que dejé de reír una vez que leí las sensatas sugerencias de ese brillante pensador que muestra, en varias fotografías, lo que a mí me parece un rostro agrio (a lo mejor esa era su mejor sonrisa).

Por ahora voy a referirme solo a la regla número dos.

“Evitar la envidia: numquam felix eris, dum te torquebit felicior (“Nunca serás feliz si te atormenta que algún otro es más feliz que tú”, Séneca). Cum cogitaveris quot te antecedant, respice quot sequantur (“Cuando piensas cuántos se te adelantan, ten en cuenta cuántos te siguen”, Séneca).

“No hay nada más implacable y cruel”, agrega Schopenhauer, “que la envidia: y sin embargo, ¡nos esforzamos incesante y principalmente en suscitar envidia!

Este consejo me hizo recordar una experiencia que viví hace quizá unos quince años.

Viajaba a bordo de un taxi cuyo chofer detuvo en cuanto uno de los semáforos instalados en San Juan de Tibás nos mostró su ojo color rojo.

De pronto el taxista habló: “Qué ganas de bajarme en este preciso momento y agarrar a patadas ese carro que está adelante”.

–¿Y por qué quiere hacer eso? -pregunté sorprendido.

–Diay, ¿no está viendo que es un Audi?

–Sí, claro, pero ¿por qué agarrarlo a patadas? No entiendo.

–¡Porque de fijo el tipo que lo va manejando es un ricachón! Me dan cólera los burgueses que lo tienen todo.

Afortunadamente, el semáforo cambio a verde y aquel envidioso no satisfizo su deseo.

Evoco ese episodio y pienso en cuánta razón tenían Séneca y Schopenhauer.

Finalizo agregando una pregunta más sobre la felicidad, a las múltiples que planteé ayer: ¿Puede un pesimista ser feliz?

JDGM