Un poeta, creo que fue, dijo una vez,
todo el universo está en un vaso de vino
no creo que sepamos nunca en qué sentido lo dijo
(porque los poetas no escriben para que se les comprenda)
pero es cierto que si se contempla un vaso de vino lo bastante cerca
veréis el universo entero.
Ahí están las cosas físicas:
el líquido que se agita, los reflejos en el vaso,
y nuestra imaginación añade los átomos.
Se evapora, en función del viento y del tiempo.
El vaso es una destilación de las rocas de la Tierra,
y en su composición, como hemos visto,
el secreto de la edad del universo,
y la evolución de las estrellas.
¿Qué extraña variedad de sustancias químicas hay en el vino?
¿Cómo llegaron a formarse?
Están los fermentos, los enzimas,
los sustratos y los productos.
Y aquí, en el vino, se encontró la gran generalización:
toda la vida es fermentación.
Ni se puede describir la química del vino
sin descubrir, como hizo Pasteur,
la causa de muchas enfermedades.
¡Qué alegre es el vino clarete, que imprime su experiencia
en la consciencia que lo observa!
Y si nuestra pequeña mente, por alguna conveniencia,
divide este vaso de vino, este universo, en partes
(la física, biología, geología, astronomía, psicología y todas)
recordad que la naturaleza no lo sabe.
De modo que tenemos que ponerlas otra vez todas juntas,
y no olvidar, finalmente, cuál es su finalidad.
Dejemos que nos proporcione otro placer último:
¡bebámoslo y olvidémonos de todo!

Poema escrito por el científico Richard P. Feynman (1918-1988), quien en 1965 obtuvo el premio Nobel de Física por su contribución a la creación de la electrodinámica cuántica.

¿Y eso qué significa? La descripción, hasta ahora más precisa, de la interacción entre la luz y la materia.

Encontré este poema en el libro La física de las palabras, una recopilación de citas pronunciadas o escritas por el científico a lo largo de su carrera profesional.

Dicha tarea estuvo a cargo de la hija del físico, Michelle Feynman.

Una obra cuya lectura se disfruta, pues en ella habla el ser humano llano y claro, y no un científico denso e incomprensible.

Hagámosle caso a lo que nos dice Feynman sobre el vino: “¡bebámoslo y olvidémonos de todo!”

JDGM