Empiezo con una pregunta: ¿Qué nos hace confiar en otra persona?

Sin duda, existen cientos o miles de respuestas diferentes, que incluirán valores como lealtad, honradez, autenticidad, solidaridad, coraje, nobleza, humildad, prudencia, empatía, generosidad, justicia, compromiso, responsabilidad…

La lista es de no acabar.

No obstante, en opinión del escritor checo Milan Kundera (1929) confiamos en las personas que demuestran tener sentido del humor.

¿Y eso qué significa? ¿Cómo interpretar esas palabras?

Nada mejor que recordar lo que dijo el propio Kundera en una entrevista que le hizo el también escritor Philip Roth (1933-2018) en 1980.

En ese intercambio de preguntas y respuestas, el autor checo manifestó que fue durante los años del terror estalinista que se dio cuenta de la importancia que juega el humor en las relaciones humanas.

“Para identificar a alguien que no fuera estalinista, al que no hubiera que tenerle miedo, bastaba con fijarse en su sonrisa. El sentido del humor era una señal de identificación muy fiable. Desde aquella época me aterroriza la idea de que el mundo esté perdiendo el sentido del humor”, expresó.

Vale la pena rememorar también el episodio que Kundera relata en La broma, su primera novela (publicada en 1967).

Un día Stalin les contó una historia inverosímil a algunos de sus soldados, pero ninguno de ellos se percató de que se trataba de un chiste pues todos habían olvidado ya lo que era una broma.

En esa misma obra, un personaje le dice a otro: “La insignificancia, amigo mío, es la esencia de la existencia. Está con nosotros en todas partes y en todo momento. La insignificancia es la clave de la sabiduría y es la clave del buen humor”.

Podemos decir entonces, que de acuerdo con el autor de La insoportable levedad del ser, El libro de la risa y el olvido, La ignorancia y La fiesta de la insignificancia, entre muchos otros títulos, el sentido del humor evidencia sentido de humanidad en una persona (los robots no sonríen, las marionetas no bromean) y una prueba contundente de que alguien tiene los pies bien puestos sobre la tierra (es consciente de su insignificancia).

Como dice un amigo mío, “la gente que no tiene sentido del humor me parece muy sospechosa”.

JDGM