Los hechos de esta novela ocurren en el año 2022.

Un grupo de cinco amigos se pone de acuerdo para observar juntos, a través de la televisión, la Super Bowl número 56, que se jugará entre los equipos Titans y Seahawks.

La cita, según lo programado, tendrá lugar en el apartamento de Diane Lucas y Max Stenner en Mahattan, en donde habrá abundante comida y licor.

Sin embargo, los planes se truncan debido a un inesperado y misterioso evento que deja la ciudad a oscuras y “muertos” todos los dispositivos electrónicos.

Teléfonos celulares, computadoras personales, tabletas, laptops y pantallas planas quedan fuera de servicio en un abrir y cerrar de ojos.

La histeria se apodera de personas que no conocen otra forma de vida que no sea aquella de pasar la mayor parte del tiempo observando, absortas, sus aparatos móviles.

Entonces surgen interrogantes como “¿Dónde están los otros? ¿Qué pasa con la gente que vive dentro de sus teléfonos? ¿Acaso cada uno de ellos era un misterio para los demás, por íntima que fuera su relación?”

Además: “¿Qué está pasando? ¿Quién nos está haciendo esto? ¿Nos han remasterizado digitalmente las mentes? ¿Somos un experimento que se está viniendo abajo, un plan puesto en marcha por fuerzas que no habíamos calculado? ¿Estará pasando lo mismo en otras ciudades, la misma gente descontrolada, sin tener adónde ir?”

La novela se llama El silencio y fue escrita por el estadounidense Don DeLillo (1936), quien la terminó pocas semanas antes de que la Covid-19 dejara el mundo a oscuras.

Se trata de una obra publicada por la casa Seix Barral, que nos invita a reflexionar en torno a nuestra identidad humana, nos somete a examen con preguntas como en qué nivel se encuentra nuestro sentido de la humanidad, qué tanto reparamos en nuestros semejantes y cuánto nos hemos alejado unos de otros debido a la adicción tecnológica.

Esas y otras inquietudes alrededor de la sociedad, la comunidad y la solidaridad que nos hemos visto obligados a desempolvar en este 2020.

Una historia de 95 páginas que, al igual que el presente año, nos confronta con nuestros valores y nos recuerda que somos seres frágiles y vulnerables.

Vale la pena hacer este viaje al 2022.

JDGM