Básicamente, tengo tres bibliotecas en casa: una de papel y tinta acomodada en diversos estantes; otra digital, cientos de textos en el Kindle y en el iBooks, y, por último los volúmenes colocados sobre el escritorio y que se reflejan en la ventana del estudio que da al jardín.

Esos últimos son los únicos que no puedo leer.

Me está permitido masticar las palabras de los ejemplares que se encuentran de este lado del cristal, mas no puedo saborear ni tan siquiera una coma o una virgulilla de los que habitan a ratos en el vidrio gracias a la magia de la luz del Sol.

En mi dimensión, por decirlo de alguna manera, se encuentran -entre otros títulos- La guerra no tiene rostro de mujer, de Svetlana Alexévich; Trilogía Las grandes familias, de Maurice Druon; La condena, de Franz Kafka; Una casa en alquiler, de Charles Dickens, y Otros colores, de Orhan Pamuk.

Además, Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; Cuentos, de Fernando Pessoa; Escrito en el cuerpo, de Jeanette Winterson; Otra vida, de Derek Walcott; Poesía reunida, de Roberto Bolaño, y Declaración, de Susan Sontag,

Por supuesto que esas y otras publicaciones forman parte también de la biblioteca en la ventana, esa especie de espejo que pretende hacerme creer que hay libros germinando y creciendo en mi jardín.

¡Ya quisiera yo que así fuera! Me pasaría el día abonando las novelas de Acantilado, podando los cuentos de Anagrama, alejando los voraces caracoles de las historias de Salamandra, libando en los pétalos de los Libros del Asteroide.

Mas no crea usted que no puedo absolutamente nada con esos textos… ¡puedo imaginar otros relatos, otras narraciones! Le doy rienda suelta a los sueños y la fantasía cuando veo (no leo) esos ejemplares que desaparecen de la ventana en días lluviosos.

Después de todo, los libros tienen dos versiones: una, la que el autor escribió; otra, la que el lector, recreó en su mente.

La biblioteca de la ventana. No la puedo leer, pero sí la puedo inventar, fraguar, esbozar. Amo ese cristal, porque permite el ingreso de la luz del Sol y la creatividad.

JDGM