De cuando en cuando a mi biblioteca llegan algunos libros que son vistos casi como intrusos por las novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, ensayos, biografías y textos de historia que habitan en los estantes.

Se trata de obras que adquiero, en primer lugar, porque la temática me llama la atención, y, en segundo lugar, porque me ayudan a romper con la rutina en materia de lecturas.

Me refiero, por ejemplo, a publicaciones sobre el cerebro, el diseño de ciudades, el arte de la pesca, gastronomía, el tiempo, el Universo, el erotismo, la sexualidad, secretos de los puros y el whisky, y los bosques.

Recientemente sumé dos ejemplares que abordan asuntos sobre los que no suelo leer.

El primero de ellos, Criminalmente, de la abogada y criminóloga española Paz Velasco de la Fuente, editorial Ariel.

Lo que las plantas saben, del genetista estadounidense-israelí Daniel Chamovitz, también de Ariel.

El tema del crimen empezó a seducirme hace ya varias décadas, cuando mi padre me regaló -en mis primeros años de estudiante universitario- dos libros de su biblioteca: El crimen de Colima y Casos célebres, ambos del abogado costarricense Enrique Benavides Chaverri (1916-1986).

Mi esporádico acercamiento al mundo literario de las plantas se debe al amor de mi madre por los jardines y huertas que ha cultivado y cuidado con esmero a largo de su vida. Mamá goza del diálogo fructífero con la tierra.

La otra noche me acosté tarde leyendo con sumo interés los 22 niveles de maldad registrados en Criminalmente, los cuales se subdividen en tres categorías: asesinos impulsivos, rasgos psicopáticos y psicópatas (poseo en mis anaqueles un texto que analiza a los psicópatas).

No dormí bien, lo confieso. Tuve pesadillas. ¡No era para menos!

Por esa razón, la noche siguiente leí, antes de dormir, Lo que las plantas saben. Muy interesantes los experimentos realizados por Darwin y su hijo para descubrir y probar la existencia del sentido de la vista en la flora.

Disfruté de un sueño placentero. Eché raíces en la cama.

En fin, libros que me ayudan a salir de la rutina temática, lo cual es, en mi caso, importante para mantener viva la llama de mi amor por la lectura.

JDGM