Un libro que me permitió viajar a mi infancia
Aquel lejano y dulce episodio de mi niñez volvió zumbar en mi memoria…
Me refiero a aquella ocasión en que mi padre proyectó, en el viejo cine de Sardinal de Carrillo, Guanacaste, una película sobre los hábitos de las abejas.
Ocurrió a principios de los años 70, por lo que no estamos hablando de un filme digital sino de uno de cinta arrollada en un carrete de metal.
Se trataba de un documental en blanco y negro producido por el Instituto Moody.
Mi padre enhebró la cinta por entre los recovecos de un proyector eléctrico que sonaba como el motor de un vehículo que funciona con diesel.
De pronto un rayo de luz se proyectó sobre la pantalla de aquella sala y todos lo niños presentes aplaudimos y gritamos de alegría, pues sabíamos que a continuación aparecerían las imágenes que nos ayudarían a pasar una buena tarde.
Sin embargo, el proyector se puso caprichoso y proyectó las imágenes pero sin sonido. Mi padre invirtió varios minutos en tratar de solucionar el problema, pero el esfuerzo resultó vano.
Ese contratiempo no dio al traste con aquella tanda de tres. La película se proyectó y los niños nos encargamos de ponerle sonido: cada vez que aparecían abejas, todos reproducíamos los zumbidos con nuestras lenguas y dientes.

La imaginación, creatividad e ingenio infantil se encargaron de la magia durante la media hora que duró el documental en aquel cine construido con tablones que lucían descoloridos.
Recordé esa y otras experiencias de mi niñez al leer los 24 relatos con rima del libro El grillo cantor, de la escritora costarricense Suzanne Soto Soto, publicado en el 2016 por la Editorial Universidad Estatal a Distancia.
Se trata de una obra ilustrada por la artista María Zúñiga Mena con hermosas y divertidas figuras de plasticina.
Las abejas de aquella lejana tarde guanacasteca volvieron a zumbar en mi memoria gracias a los relatos Cuento de Navidad y La fiesta, cuyos personajes principales son abejitas. La primera de ellas, alimenta al recién nacido Niño Jesús con una gota de miel, en tanto que la segunda organiza una fiesta a la que invita a todos los habitantes del jardín.
¡Me gustan los libros que me ayudan a viajar a uno de mis destinos favoritos: la infancia! Por eso disfruté de El grillo cantor, un libro que además de ponerme en contacto con viejos amigos de la infancia (mariposas, hormigas, libélulas, gallos, gatos, ranas, arañas, mariquitas, etcétera), me permitió desempolvar la magia de las rimas, sumergirme en historias que nos invitan a ser mejores personas y recordar la importancia de reunirnos de cuando en cuando con el niño que alguna vez fuimos.
Vale la pena leer estas 55 páginas y enterarse de porqué la dueña de la tortuga Carlota está a punto de perder la paciencia, con qué está equipada la pequeña casa del caracol y a quién le da una serenata el grillo cantor.
Por lo pronto, ingresar en el audiovisual de Horacio, la rana le permitirá saber porqué razón ese batracio está realmente furioso. Con este relato, Suzanne Soto Soto ganó el primer lugar en una de las ediciones del Concurso de Literatura Ambiental Infantil Dorothy Pinto.
Aquel lejano y dulce episodio de mi niñez volvió zumbar en mi memoria; otros recuerdos croan, aletean, cantan, maúllan, saltan, mojan, huelen…

José David Guevara Muñoz
Editor de Don Librote