¿Y si todo es en vano?
Hay dos posibles situaciones a las que el escritor y físico italiano, Paolo Giordano (1982), les teme en días de pandemia, y otra que no lo asusta.
Empiezo con la última…
No le da miedo caer enfermo. Así lo reconoce en su ensayo En tiempos de contagio, publicado por Salamandra en marzo pasado, cuando el Covid-19 empezaba a proyectar su sombra sobre todo el planeta.
Al calor de los acontecimientos iniciales, el también autor de la novela La soledad de los números primos, se sentó a escribir una serie de reflexiones en torno a lo que la epidemia podría estar revelándonos.
“¿Y de qué tengo miedo?”, se pregunta Giordano en la página 25. Acto seguido responde: “De todo lo que el contagio puede cambiar. De descubrir que el andamiaje de la civilización que conozco es un castillo de naipes. De que todo se derrumbe”.
No creo que aún hayamos llegado a ese extremo, a tocar fondo, pero sí veo castillos de naipes que se tambalean en varios frentes a nivel mundial: gobiernos, finanzas públicas, organizaciones, empresas, mercados, políticas sociales y liderazgos.
¿Y cuál es el segundo temor de ese escritor oriundo de Turín?
Que el miedo que a muchos nos infunde esta Hidra de múltiples cabezas venenosas haya sido en vano una vez que se supere la emergencia sanitaria generada por el nuevo coronavirus.
Dicho con otras palabras: que la humanidad retome su marcha como si nada hubiera pasado, como si la experiencia no nos hubiera enseñado que hay cambios que no se pueden postergar más.
Pienso, en ese sentido, en varios escenarios que requieren transformaciones por el bien de todos: el capitalismo salvaje (donde lo único que importa es la rentabilidad para unos cuantos), el socialismo fracasado (donde los amigos del sistema comen a manos llenas mientras el pueblo muere de hambre) y los estados-ubre (esos que ya no aguantan más ordeños abusivos).
Pero también hay espacio para cambios en materia de respeto a las opiniones ajenas, la tolerancia, la diversidad, la compasión, la solidaridad y la protección del planeta.
Comparto los temores de Giordano y agrego uno más: que los gobernantes nos oculten a los ciudadanos la verdadera dimensión de los problemas y la severidad de las medidas que hay que tomar.
Cuánta falta le hacen al mundo líderes que hablen con la honestidad y valor de Winston Churchill: “No puedo ofrecer otra cosa más que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas. Tenemos ante nosotros una prueba de la especie más dolorosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos meses de lucha y sufrimiento”.
¿Y si todo es en vano?
Espero que no, pero hay deseos que también son castillos de naipes…
JDGM