Palabras de Marco Antonio, un chofer de Uber -de unos 50 años- a quien le pregunté esta semana si le gustaba leer.

Le conversación tuvo lugar entre el local de la Librería Francesa en Barrio Escalante y mi casa, en Mata de Plátano de Goicoechea.

El conductor me vio salir de dicho negocio con varios libros en la mano, por lo que en cuanto me acomodé en el asiento a su lado y cerré la puerta del vehículo, me dijo: “Veo que usted es como mi esposa: le gusta leer mucho”.

Le dije que sí y de inmediato le pregunté si a él también le gustaba la lectura.

“¡Qué va! Yo no nací para leer. Me da sueño, mucho sueño en cuanto abro un libro y no paso de dos páginas cuando estoy roncando. En cambio mi esposa devora los libros”, contestó.

–¿Y tiene alguna idea de porqué le da sueño? ¿Hay algo que le aburre de los libros, que no le guste?

–¿Sabe qué es lo que me da pereza?

–¿Qué?

–¡No soporto tantos personajes! ¡Me confunden esos libros en los que hay un abogado, un cura, un matrimonio, una modelo, un escritor, una abuela y mucha gente más. Rápido olvido quién es quién, quién dijo tal cosa o quién hizo algo. ¡Eso me aburre! No sé porqué no pueden escribir novelas con pocos personajes.

–Bueno, es que la vida está llena de gente. Usted, por ejemplo, ¿con cuántas personas se relaciona cada día? ¿Cuánta gente conoce? ¿Qué le cuentan? Las novelas son una especie de espejo de la vida; es más nos ofrecen un reflejo más completo de la existencia porque ellas no se limitan a hablar de lo aparente, sino también de lo que no siempre vemos en los demás: sueños, preocupaciones, temores, dudas, problemas, dilemas…

–Entiendo, pero ¡qué va! No lo logro. En cambio sí puedo sentarme todo un sábado a ver películas. ¡El cine me encanta!

–¿Qué tipo de películas?

–Las de detectives que tienen que resolver casos difíciles. Son mis favoritas.

–Hay un libro que podría gustarle…

–¿De veras? ¿Cuál?

El ángel de Múnich, de un escritor italiano que se llama Fabiano Massimi. Trata de una investigación policial en torno al supuesto suicidio que una sobrina de Hitler que apareció muerta en setiembre de 1931. El punto de partida es real y luego se mezclan realidad y ficción. Está muy bien escrita; lo mantiene a uno en suspenso.

–¡Vea usted! En la de menos ese libro sí me guste y me motive a leer.

–Ojalá que así sea.

–¿Cómo me dijo que se llama el libro? Es para apuntarlo porque si no después no me acuerdo.

El ángel de Múnich, de Fabiano Massimi.

–¡Ya me picó usted con esa historia! En la de menos llego hoy a casa con un libro. ¡Se va de espaldas mi esposa!

El viaje llegó a su final. Marco Antonio me agradeció la recomendación y yo el servicio recibido.

Uno de estos días les cuento más sobre El ángel de Múnich.

JDGM